¿Alguna vez te has preguntado por qué el anime es tan popular en México? Te tengo una de las respuestas: las telenovelas. Pero hoy no venimos a hablar precisamente de eso, sino de Sailor Moon y de cómo encajó dentro de ese universo posible que hizo la llegada del anime a nuestro país en los ochentas.
La primera oleada de anime en latinoamérica fue bien recibida porque trajo historias que nos eran familiares. Los dramas de Heidi o Remi, historias adaptadas de la literatura europea, no distaban mucho de los de Candy Candy o Saint Seiya. La facilidad que tuvo el público latino para recibir estas producciones vino directamente de nuestra tradición en entretenimiento: dramas sonoros y violentos repartidos en series de capítulos interminables.
Sailor Moon, junto con otros animes, logró traer la cultura otaku a Latinoamérica | Fuente: Toei Animation
La cimentación del anime en la década de los setenta y los ochenta abrió la puerta para que a finales del siglo XX aparecieran los clásicos de ayer y hoy que todos conocemos: Dragon Ball, Slam Dunk, Supercampeones, Ranma 1/2 y, por supuesto, Sailor Moon.
De todas las series, Sailor Moon fue la más especial, porque fue el primer anime que llegaba con un estilo que se convertiría en un clásico: un anime de peleas dirigido a mujeres jóvenes, en el que las protagonistas eran adolescentes comunes que despertaban grandes poderes para enfrentarse a grandes villanos que amenazaban el mundo entero.
Estas historias estaban reservadas, al menos en nuestro contexto, a los varones. El cambio era significativo y el éxito demostró que sí, que las adolescentes mexicanas estaban hambrientas por verse más allá del espejo dramático único de Candy Candy o de la magia primaveral de Quinceañera.
El relleno de Sailor Moon
Como ya explicamos, una de las buenas razones por las que el anime pegó en Latinoamérica fue por nuestra familiaridad con el formato de telenovela, series dramáticas de alto kilometraje y el asunto con los personajes de Sailor Moon es que… su contenido original no es precisamente mucho.
Naoko Takeuchi concibió esta historia por cuatro años en 52 capítulos. Sin embargo, en el formato de anime tiene la asombrosa cantidad de 200 CAPÍTULOS DE PURO LUCHAR POR EL AMOR Y LA JUSTICIA. Un desbalance bastante marcado y poco fácil de cubrir.
El manga de Sailor Moon se distancia mucho del anime | Fuente: Kodansha
Este manga, a diferencias de las otras grandes historias internacionales que conocemos en Latinoamérica, no vino de la Shonen Jump o alguna otra publicación de Shueisha, sino de la Kodansha, la competencia de esta y que, antes que otra cosa, era un poco más laxa con sus trabajadores.
Sin embargo, el anime fue producido por Toei Animation, que no tiene precisamente fama de ser relajada o siquiera humanamente diligente y es por eso que, ante la falta de contenido original por parte de Naoko Takeuchi, decidieron hacer lo que saben hacer mejor: relleno.
En otra ocasión ya hablamos de cómo el relleno de One Piece altera la historia de Eiichiro Oda, en el caso de Sailor Moon no fue así, al menos no para su público, pues este ni siquiera fue cuestionado como tal, sino visto como parte natural y orgánica del desarrollo de la historia de Usagi Tsukino y las demás Sailor Scouts.
Sailor Moon y las Sailor Scout construyeron su leyenda a base de relleno | Fuente: Toei Animation
Cuando llegó a Latinoamérica, a falta de una comunidad otaku y de un público de nicho dedicado enteramente al disfrute de esta industria, ni siquiera entendíamos el concepto de relleno o siquiera sabíamos que estas venían de historietas adaptadas a animación.
Así, el “canon” que tenemos de Sailor Moon es, en realidad, esa cantidad exorbitante de relleno, que fue cada vez más adueñándose del espíritu del manga, que se hizo a un lado salvo cuando era requerido. En un contexto normal, estaríamos hablando de que prácticamente el canon está borrando, pero cuando se trata de Latinoamérica y de anime, estamos hablando de un gran éxito.
A pesar de que el planteamiento de Sailor Moon fue novedoso, su verdadera fortaleza fue tener una gran cantidad de relleno que nos dejara historias aledañas y nada relevantes para el centro del anime, con lo que las personas que lo vieron pudieran conectar de la misma manera que lo han hecho durante décadas en la televisión nacional.
Lo que para unos fue basura, como para Eiichiro Oda, para otros fue un gran tesoro. Sailor Moon logró encontrarse con una audiencia extranjera que hasta el día de hoy sigue haciendo gala de su fanatismo por cada una de las Sailor Scouts sin siquiera mencionar en algún momento aspectos centrales del manga, sino refiriendo siempre las experiencias de vida cotidiana y materiales cómicos que fueron invención de la urgencia de Toei Animation por publicar un capítulo nuevo siempre.
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