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Las mejores películas de 2019

Les dejamos una lista con las mejores películas de gusto ñoño del 2019.
Imagen de The Irishman, la mejor película del 2019

Ya llegó ese bello momento del año en donde recordamos, con nostalgia, todo lo que se vivió. Para bien y para mal, éste fue un año polémico para la cultura geek: vimos el final de las Infinity Wars en el cine de superhéroes, tuvimos a un nuevo Guasón que causó revuelo, Star Wars regresó a romper cualquier tipo de unión entre el fandom y la crítica y Toy Story nos rompió el corazón con el fin de una saga particularmente millennial. Entre todos estos eventos masivos, fue difícil encontrar las películas geek que más nos impactaron.

Esta selección, por eso, es muy personal y está llena de dudas. En primer lugar, no quisimos abarcar más allá de veinte películas en nuestra lista principal (por eso, como notarán, dejo espacio para una buena cantidad de añadidos). Por otro lado, a pesar de querer regalarles un panorama internacional más vasto, la filmografía geek más contundente sigue llegando a México a través de Estados Unidos (de cierta cultura nos seguimos alimentando). Finalmente, incluimos en nuestra lista algunas películas que sólo llegarán a México el próximo año y que, por azares de festivales, pudimos ver con antelación. Esas, en particular, son promesas de calidad para siguientes fechas.

Ojalá esta lista les guste y ojalá sirva, también, para que comencemos nuevas discusiones y continuemos viejos debates.

20) Huachicolero, Edgar Nito (México, 2019)

https://www.youtube.com/watch?v=g8EhKcp9xrY

Huachicolero es una historia finamente tejida, hermosamente filmada y certeramente dirigida. Una cinta técnicamente eficaz y narrativamente encantadora que da un giro diferente a la forma en que retratamos la violencia en México. Un cuento de amor frustrado, de deseo que nunca se consuma, de machismo generalizado y de la violencia que se cuela entre las grietas de nuestros ladrillos comunes, del adobe, de las casas sin pisos y las secundarias rurales. Una tragedia común que demuestra que se puede hacer mucho cine con muy poco y que nuestra adormecida percepción de la violencia siempre puede volver a sentir este horror al que nunca debimos acostumbrarnos.

19) Sesión Salvaje, Paco Limón, Julio Cesar Sánchez (España, 2019)

Un documental verdaderamente hermoso sobre el impacto político y cultural del cine de género en España. Con Sesión Salvaje, dos cineastas españoles recopilaron una enorme cantidad de material de archivo para entregarnos algo único, narrado con humor y solvencia por los grandes creadores del cine español actual (Adrián García Bogliano -ahora fincado en México-, Paco Plaza, Álex de la Iglesia, Nacho Vigalondo y tantos más). A través de este recorrido por el cine de género español, ese cine que desafió las convenciones de la censura franquista mucho antes de que existiera La Movida, Limón y Sánchez nos muestran también un reflejo de nuestro lugar como espectadores. ¿Cómo éramos entonces que sólo esperábamos una película de nuestro gusto? ¿Cómo nos ha cambiado la facilidad uniformadora del cine? ¿Por qué hemos dejado de apreciar con amor este arte para exigirle lo que no puede darnos?

18) Jesus Shows you the Way to the Highway, Miguel Llansó (España / Estonia / Etiopía, 2019)

Una película brillante de presupuesto mínimo que pone a prueba las convenciones de la ciencia ficción tradicional. Esto es la cruza lisérgica de una película de James Bond con el afrofuturismo de las portadas de Sun Ra y el imaginario de Inception mezclado a la rabia con la paranoia lisérgica del MK Ultra y el miedo al mineo de data de Facebook. Si suena incomprensible, créanme, no lo es. De hecho, la magia de Miguel Llansó es que sus locuras tienen absoluto sentido y, cuando llegas al final de esta cinta, es evidente que el título fue más que un capricho creativo. Una película genial que nos demuestra cómo se puede hacer mucho con muy poco.

17) Joker, Todd Phillips (EUA, 2019)

Todd Phillips sorprendió a propios y extraños cuando se llevó el gran premio de Venecia en un jurado presidido por nadie más que la enorme Lucrecia Martel. Desde entonces, su película ha sido alabada y vilipendiada, despreciada y ensalzada al punto de convertirse en el máximo tema de conversación del año. Bueno, hasta el inimitable Ayala Blanco la puso como lo mejor del año. En todo caso, Joker nos parece una película tremenda que, a pesar de las torpezas de su director, destruye las convenciones ideológicas del cine de superhéroes para construir, con ellas, la historia de un villano. En ese sentido, es una película de superhéroes que destroza y critica convenciones en un momento de sobreabundancia y hastío. Joker es, para este público ñoño tan exigente, justo lo que necesitábamos.

16) Bacurau, Juliano Dornelles, Kléber Mendonça Filho (Brasil, 2019)

Bacurau es el perfecto weird western para nuestros tiempos convulsos. Esta extraña mezcla de humor negro, mitos de cangaceiros, ciencia ficción apocalíptica, horror carpenteriano y alegoría política rebasa todas las metáforas (más sobre esto en Butaca Ancha). Esta película puede mostrar lo maniqueas que son nuestras actuales visiones políticas porque este mundo ya es una caricatura. Así, en vez de quedarse en la metáfora superficial o en el cuento moral, Bacurau propone un escape de amor en este mundo; el amor cercano, comunitario, que existe aislado de los políticos y de la violencia de los imperialismos americanos; el escape, que siempre ha estado en nosotros y en los que, cariñosamente, nos rodean.

15) J’ai Perdu Mon Corps, Jérémy Clapin (Francia, 2019)

J’ai Perdu Mon Corps es una bellísima y cursi película de animación francesa. La cinta trata del viaje de una mano cercenada que intenta recuperar su cuerpo. Paralelamente, vemos la historia que llevó a ese accidente, al momento en que un carpintero, distraído, crudo y enamorado, se rebanó la mano en una sierra. Ambas narraciones se juntan en un punto central: la capacidad de crear pequeños detalles en una vida que se suman para hablarnos como seres enamorados. Enamorados de la sensación que deja una marca en la arena; enamorados de sentir el viento con la mano fuera del automóvil; enamorados de tocar a alguien; enamorados de enamorarnos. Un enorme ejemplo de animación inventiva y ambiciosa. Preciosura.

14) Aquarela, Victor Kossakovsky (Reino Unido / Alemania / Dinamarca / EUA, 2019)

Una película sensible e imponente grabada a 96 cuadros por segundo por un enorme maestro del cine documental. Aquarela es un paseo por el mundo con un ojo curioso que mira, con respeto y admiración, las diferentes formas que toma el agua. Aquí es el deshielo y la tecnología que lo atrapa y se somete a su fuerza; acá es la imponente curvatura de una ola o las nubes cargadas de posibilidades; allá la enorme cascada del Salto del Ángel en Venezuela; en otro lado el agua helada debajo de un glaciar, mundo oculto y perfectamente contenido. En un momento de documentales ambientalistas, Kossakovsky nos muestra un elemento vital y terrible sin explicaciones, sin narraciones en voz en off. Puro espectáculo de naturaleza y metal sinfónico. Una locura necesaria y poderosa y el mejor documental de naturaleza que hemos visto en mucho tiempo.

13) Border, Ali Abbasi (Suecia, 2019)

Ali Abbassi, director sueco de origen iraní, nos deslumbró con la mejor película de fantasía que se ha hecho en años. Un retrato deslumbrante mucho más cercano a China Miéville que a Tolkien, mucho más presente que nostálgico, mucho más cruel que reconfortante. Una imagen torcida de nuestras relaciones como especie y nuestro miedo a la otredad. Una obra con madera de cultra que, sin duda, vivirá por mucho tiempo en nuestra memoria.

12) Largo viaje hacia la noche, Bi Gan (China, 2019)

El segundo largometraje de Bi Gan es una locura creativa y trepidante. Un hombre regresa a su pueblo natal después de años de salir de ahí. Va a buscar a una amante que no pudo nunca olvidar y, en el camino para recordarla, recuerda a todos los hombres con los que ella estuvo; recuerda sus propios recuerdos de infancia; y recuerda cosas que no le corresponde recordar. Finalmente, trata de matar dos horas antes de encontrarse con ella en el karaoke donde canta. Y, en ese intervalo, breve y extraño, sueña con todo lo que le sucede. Ahí, el espectador entra en un mundo onírico con un plano secuencia de 50 minutos en 3D que es una verdadera maravilla. Ahí, en vez de entender la dificultad de un encuentro, entendemos, desde el rico mundo interior de un personaje, todo lo que implica. Símbolos de vida, de amor y de muerte, profundidad de campo y el hilo inquebrantable que nos une al mundo real. Un logro para un formato tecnológico tan poco utilizado y tan frecuentemente abusado.

11) Uncut Gems, Josh y Benny Safdie (EUA, 2019)

Podemos intentar este horrendo juegos de palabra: Uncut Gems es una joya bien pulida. La tercera parte de la trilogía de Nueva York de los hermanos Safdie (tres películas que se enfocan en personajes de los bajos fondos neoyorquinos) sigue a un regenteador de piedras preciosas judío durante los eventos que llevan a su trágico fin en una decadente espiral de apuestas deportivas y piedras preciosas. Con un enorme estilo marcado por el cine de crimen americano y los montajes acelerados, los hermanos Safdie logran una de sus más crueles y conmovedoras cintas. Además, como si eso fuera poco, aquí tuvimos el privilegio de ver a Adam Sandler dar una actuación verdaderamente imponente. Una película única que renueva el género de crimen para las nuevas y desesperadas generaciones.

10 – The Nightingale, Jennifer Kent (Australia, 2019)

Jennifer Kent nos entrega, en su segundo largometraje, una historia de pura ira. En The Nightingale, a diferencia de Bacurau, no hay ninguna canción de amor. Como lo hizo Sweet Country el año pasado, esta cinta es una película de revenge exploitation que se carbura por los puros horrores cometidos por las potencias coloniales en Australia. Y la relación en el centro de esta espiral decadente, es entre un aborigen obligado a ser guía para los blancos y una ex convicta irlandesa cuya familia fue masacrada. Entre ambos, el odio al colonizador es palpable y la venganza sólo se mantiene a raya por el miedo instintivo que los opresores provocan en sus víctimas. Una trepidante persecución en el centro del continente australiano que termina tan dolorosamente como empieza. Kent, como ya había hecho con The Babadook, no tiene empacho en contar la pervivencia de nuestros viejos traumas.

09 – Midsommar, Ari Aster (EUA, 2019)

Ari Aster condensó una buena cantidad de miedos contemporáneos en una cinta pulcra de simetría obsesiva. Una película de folk horror que utiliza, como lo haría un buen ñoño, todos los tropos del género renovándolos hacia un nuevo discurso. Así, esta película cuestiona las implicaciones de las relaciones de pareja, familiares, de amistad, académicas incluso, bajo la lupa del individualismo recalcitrante y el sueño efímero de una vida comunitaria. Los resultados a los que llega no son, a pesar de la liberación final, en lo absoluto reconfortantes. Y, por eso, nos gusta tanto.

08 – Apollo 11, Todd Douglas Miller (EUA, 2019) / Ad Astra, James Gray (EUA, 2019)

El documental de Todd Douglas Miller es una de las más increíbles joyas documentales geekeras que se han hecho en mucho tiempo. El ambicioso director escoge un formato inmersivo, con puro archivo, para armar una apasionante narración sobre el viaje que llevó al primer hombre a la luna. Con material único y un montaje increíblemente logrado, Miller nos trajo, cincuenta años después del primer alunizaje tripulado, una mirada única a ese viaje increíble. En contraparte, la nueva película de James Gray, Ad Astra, es una visión que acaba con las ambiciones humanas de exploración extraterrestre. Es un futuro de colonias en marte y disputas internacionales en la luna, una época de conquista del sistema solar, y una época de profunda decepción: el hombre comprueba que está solo en el universo. En contraparte a Solaris, en contraparte a Interstellar y tantos otros sueños de contacto, Gray nos muestra el paisaje desolado de otro sueño de conquista humana desolada. Dos caras contrapuestas del optimismo en la carrera espacial y en la decepción actual frente a las limitaciones físicas de nuestras ambiciones.

07- La Flor, Mariano Llinás

Se habla mucho de la duración de La Flor (por sus espectaculares 14 horas), pero se habla muy poco de su importancia temática. Una película que reivindica el placer de contar historias de la forma en que nos ha sido legadas: a través de la serie B, del horror, de la paranoia de espionaje de la guerra fría, de los romances internacionales, de las viejas formas de reivindicaciones nacionales y exotismos baratos. En una de las seis historias que componen esta obra maestra, Llinás se sincera con la estúpida pretensión de un director que quiere hacer actuar a los abedules necios que nunca lo escuchan. Con este gesto metanarrativo, el carismático director argentino nos muestra la futilidad de su empresa y su importancia: los árboles actúan, porque filmar no es capturar una realidad, sino truquearla con un artefacto hermoso.

06 – Parasite, Bong Joon-Ho (Corea del Sur, 2019)

La enormemente popular cinta que le dio la Palma de Oro este año a Bong Joon-Ho, es un thriller espectacular. La maestría en la dirección de Joon-ho sólo se compara por la calidad fotográfica y la inteligencia política del planteamiento. Una historia dividida, cinematográficamente, en sótanos y pisos superiores, en subsuelos y casas de lujo, que ilustra la imposibilidad del ascenso social y la necesidad, en el capitalismo, de la disparidad. Una película cruda, devastadora y derrotada frente a un sistema que se impone con crueldad. Hermosa diversión perversa.

05 – The Lighthouse, Robert Eggers (EUA, 2019)

Eggers sueña con otros tiempos. El director de The Witch regresa con otra pesadilla temporal, esta vez situada lejos del siglo XVII y los puritanos, en el siglo XIX con los marinos y los wikis. Una película que reconstruye el mito de Prometeo atravesándolo por los deseos y aspiraciones de los marinos decimonónicos de las costas de Maine. Sensual, divertida, excéntrica y brutalmente original lectura de miedos pasados y eternas vicisitudes solitarias, encerradas entre el deseo y lo permitido.

04 – The Irishman, Martin Scorsese (EUA, 2019)

El regreso de Martin Scorsese al cine de crimen real parece una despedida muy aderezada de ficción. Éste no es el caso confirmado de una investigación periodística sino la narración dudosa de un personaje dudoso que afirma haber cometido algunos de los más impresionantes crímenes de los últimos setenta años en Estados Unidos. La realidad no importa aquí porque esta cinta es una oda a las maneras en que nos contamos la vida y la necesidad de hacerlo. Una obra madura e impactante, una joya inesperada.

03 – Atlantique, Mati Diop (Senegal, Francia, Bélgica, 2019)

La opera prima de Mati Diop es una joya sobrenatural sobre los dolores de la pérdida y los horrores de las dependencias afectivas. Aquí, las mujeres de Senegal son las responsables de dolor de los hombres que parten a trabajar, las responsables de sus deseos, las responsables de sus muertes. Aquí, las mujeres parecen no poder decidir sobre su futuro, pero son las voces que canalizan la injusticia y se enfrentan a la opresión. Una película de fantasmas y posesiones que se vive con un sueño de paisajes etéreos y que recuerda, con enorme coraje, la violencia de los roles de género y la enorme ternura de los amores perdidos.

02 – In Fabric, Peter Strickland (Reino Unido, 2019)

Una película tan extraña como desconcertante, In Fabric es la cinta de horror más emocionante que verán este año. Sí, es una cinta sobre un vestido encantado y sí, es una cinta hecha con un collage fílmico que arremeda el diseño de un catálogo de ropa de los años setenta. Strickland, con su particular estilo visual, regresa a hablar de nuestras dependencias fetichistas y el apego sexual de todos nosotros a la ropa que nunca escogemos. Una película violenta y brillante, espeluznante y delirante; una nueva joya del horror contemporáneo y de viejos miedos sociales que permanecen.

01 – High Life, Claire Denis (Francia / Alemania / Reino Unido / Polonia / EUA, 2019)

El espectador desprevenido puede momentáneamente sentir un extraño vértigo en High Life: estos reos están en el espacio, pero todo parece regirse por la misma gravedad que la tierra. Incluso los cuerpos lanzados con ternura al espacio parecen caer al vacío antes de flotar. La explicación no es, en lo absoluto, satisfactoria: por la aceleración constante, en esta nave a la deriva se crean condiciones de gravedad similares a la Tierra. Si la explicación no basta para la ciencia ficción dura, es más que suficiente para establecer un paralelo narrativo. En la Tierra, como en este ortoedro perdido en el espacio, los humanos sufren las mismas aflicciones, están afectados por el mismo peso, las mismas circunstancias, la misma gravedad.

Lo que parece decir aquí Denis es que, aunque nos deshagamos de los seres humanos desechados, los seres humanos basura por los que tanto luchó Bernard-Marie Koltés (el amigo íntimo que le presentó a Isaach De Bankolé en los ochenta), la humanidad seguirá siendo la misma. Somos capaces, en todas partes, de la misma violencia, de la misma brutalidad, de la misma facilidad para entregarse a los impulsos más básicos. Somos capaces, en todas partes, de actos inusitados de amor, de compasión y de bondad desinteresada; capaces de dar la vida para buscar el imposible conocimiento, capaces de gestos poéticos y búsquedas de antemano perdidas. Claire Denis hace una película oscura de ciencia ficción táctil, hermosamente filmada, para decirnos con un camino retorcido que, al final, los más hermosos actos humanos son actos desesperados.

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