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Reseña: Love, Death & Robots — Una inesperada y maravillosa serie de ciencia ficción

| 27 de marzo de 2019
Love, Death & Robots es una inesperada joya de ciencia ficción antológica que Netflix se sacó de la manga.

Love, Death & Robots agarró a todos por sorpresa. Nadie esperaba que una de las mejores producciones de ciencia ficción llegaría este año en forma de antología de cortos animados. Y nadie esperaba que fueran tan relevantes para el nicho de fans ochenteros de la animación y los eternos lectores de cuentos cortos de género. Pero Love, Death & Robots sorprendió a propios y extraños refrescando el panorama de la ciencia ficción en los nuevos formatos que permite la libertad de Netflix y la facilidad del streaming.

(Netflix)

Congruencia y variación

La nueva serie de David Fincher (ese maldito genio que no ha filmado nada en cuatro años) y Tim Miller (Deadpool) utiliza los formatos cortos para explorar límites increíblemente ambiciosos. Ya lo había dicho Peter Chung al crear Aeon Flux, no hay mayor libertad que tener personajes animados en formatos cortos que pueden morir al final de cada aventura. Aquí, además, la libertad está en la variación de formatos: los 18 cortos que componen la serie están dirigidos por 20 directores diferentes con estilos muy diferentes.

Los estilos van desde animación por computadora hasta formas más tradicionales, desde la rotoscopia hasta la genial técnica que combinó animación en 3D con trazos de pintura en Spider-Man: Into the Spiderverse. Y la variedad en los estilos de animación permite una reinvención del contexto en cada nuevo universo propuesto. Como en un compendio de cuentos de ciencia ficción, a cada nueva historia corresponde una nueva textura, una nueva realidad, un nuevo trasfondo.

(Netflix)

A pesar del formato antológico, sin embargo, Love, Death & Robots sigue siendo una serie con lógica interna y consistencia propia. Parte de eso está en la escritura de Philip Gelatt. Este entusiasta de la ciencia ficción en formatos cortos, escribió y dirigió, en 2011, una ambiciosa y no muy bien lograda película independiente de horror llamada The Bleeding House; después escribió el genial videojuego Rise of the Tomb Raider y la maravillosa película de horror y ciencia ficción en found-footage, Europa Report; finalmente hizo otra película indie de retorcida fantasía psicológica bastante interesante llamada They Remain. Esta última cinta fue basada en una historia breve de Laird Barron y muestra la enorme capacidad de Gelatt para adaptar cuentos cortos de ciencia ficción. En Love, Death and Robots, nada más y nada menos, Gelatt escribe 15 de los 18 cortos, todos ellos adaptados de obras cortas de ciencia ficción.

La escritura de Gelatt en las adaptaciones se junta con la genial selección a cargo de Tim Miller y David Fincher para complacer el viejo sueño que tenían de adaptar Heavy Metal, la legendaria revista de cómics ochentera. Cuando ese proyecto se cayó, los dos realizadores se volcaron a crear una antología en la forma de un moderno homenaje a Hevy Metal. Y sí, en efecto, vemos la perspectiva violentamente masculina de Heavy Metal replicarse en cortos como Sonnie’s Edge o The Witness. Pero, también, vemos una variación seria de los temas de fantasía que solía tratar Heavy Metal. Por eso, Love, Death & Robots está más cerca de Stanislaw Lem que de Xena: Warrior Princess.

(Netflix)

Pulsiones y circuitos

Eros y Tanatos, las dos pulsiones que dividen al hombre: la pulsión de muerte y destrucción y la pulsión de amor y vida. Love, Death & Robots deja en claro su campo de acción: en este extraño homenaje a las locuras falocéntricas de Heavy Metal en los ochenta, se explora la relación de las pulsiones humanas con la ciencia ficción y la fantasía. Amor, muerte y algo que trasciende al humano, que va más allá de nuestra frágil constitución con esos límites físicos tan limitados: robots, licántropos, vampiros, fantasmas, humanoides y androides.

En la parte del amor, no hay mucho que decir. Tenemos las relaciones familiares de granjeros de algún planeta lejano y a una pareja de novios recientes en el único corto que tiene live-action (con el insoportable Topher Grace y la inigualable Mary Elizabeth Winstead). Pero, en realidad, ninguno de los cortos que aquí se representan toca los miasmas del amor romántico. Aquí, más bien, hay compañerismo; ese mismo compañerismo que selló la suerte de los protagonistas de Rogue One: A Star Wars Story sin necesidad de un beso: compañerismo entre una nave y una piloto, entre dos licántropos en el ejército, entre vendedores ambulantes, robots apocalípticos, monstruos de basura y parias, soldados perdidos en guerras secretas y los compañeros de una peculiar resistencia steampunk en Hong Kong.

(Netflix)

También hay sexo en relaciones completamente torcidas, como bien lo quiso el legado de Heavy Metal. El erotismo de Sonnie’s Edge es de singular violencia masculina, tanto en la relación lésbica (que se resume en una fantasía), como en la batalla entre el monstruo de Sonnie y el monstruo de piedra (gracia contra fuerza bruta, penetración forzada, desmembramiento, etc.). También lo es el de The Witness, un capítulo hermosamente animado que muestra un mundo de futuro neón en donde el sexo se resume, en un loop eterno, en relaciones de dominación y de violencia. Finalmente, lo vemos en Beyond the Aquila Rift con una relación sexual simulada que evoca fantasías para no transparentar un horror lovecraftiano.

En cambio, muerte hay mucha. Y la muerte parece regodearse, aquí, en la violencia gráfica que permite Netflix y que permite, también, que estos sean cortos animados. Si algo parece consecuente en todos los cortos es, entonces, la rienda suelta al gore. El primer episodio entra con completa violencia en la batalla central y en sus funestas consecuencias. Pero, incluso los cortos más simpáticos, como Three Robots, se regodean en el espectáculo desolado de los cadáveres. Y luego está, como el género manda, el gore calculado de los cuentos de vampiros (Sucker of Souls) y licántropos (Shape-Shifters). O el gore autoinfligido del corto Helping Hand que resume, en una mezcla peculiar, dos miedos de supervivencia encarnados por 127 Hours de Danny Boyle y Gravity de Alfonso Cuarón.

Finalmente, en el aspecto genérico de Love, Death & Robots encontramos los mayores aciertos. Aquí se mezclan toda clase de historias que refrescan el género de vampiros quitándole la excepcionalidad de Drácula; que renuevan el género de los hombres-lobo militares dándole un giro de ternura a Dog Soldiers (2002); que replantean ideas lovecraftianas de horror con demonios antiguos en los bosques de Siberia y dimensiones de horror cósmico bajo simulaciones paradisíacas; y que replantean, finalmente, el gótico de fantasmas con nuevos, hermosos y luminosos, remanentes orgánicos.

Sin embargo, el máximo logro genérico de esta serie está en replantear, con amor y paciencia, viejas ideas de ciencia ficción; de esa ciencia ficción recopilada por Assimov, de esos cuentos en antologías llenas de inventividad, de esa ciencia ficción con humor ácido y crudos planteamientos reflexivos. En particular, estamos pensando en las tres historias creadas por Víctor Maldonado y Alfredo Torres que son un replanteamiento hermoso de viejos tropos de ciencia ficción en su aspecto más lúdico y divertido.

(Netflix)

Maldonado y Torres, para que los sitúen mejor, son los encargados del prestigioso Headless Studio de Barcelona que hizo las animaciones para A Monster Calls de Bayona y la genial serie de Guillermo del Toro, Trollhunters para Netflix. En los tres cortos que dirigen y escriben para Love, Death & Robots, los animadores españoles dan vida a una hermosa mezcla de The Stuff de Larry Cohen con las locuras brillantes de Douglas Adams (When The Yogurt Took Over); a un replanteamiento de There Will Come Soft Rains de Bradbury con robots reflexionando el exterminio de la humanidad (con un final digno de nuestros tiempos interneteros) en Three Robots; y a una reflexión muy Lemniana sobre historias alternativas en la divertida y hermosamente animada Alternate Histories.

Ahora bien, en medio de las locuras de Maldonado y Torres y los replanteamientos lovecraftianos y de ochentera nostalgia, el corto que se lleva, sin duda, todas las palmas es una concepción absolutamente original, inteligente y maravillosamente realizada de la historia Zima Blue por Alastair Reynolds. El director del corto es Robert Valley, el genio nominado al Oscar que trabajó durante años en Aeon Flux con Peter Chung y en el diseño de personajes de Gorillaz. Y aquí, Valley hace un corto maravilloso sobre los límites de la inteligencia artificial, sobre nuestra apreciación estética del mundo, sobre el lenguaje y la necesidad de un propósito. Entre todos las creaciones geniales de esta serie, a mi gusto, no hay una que supere a Zima Blue en originalidad, belleza y ejecución: por este corto solo, vale la pena toda la serie.

Finalmente, lo más interesante de todo esto, es que Love, Death & Robots deja claro cuál es su sentido desde el diseño gráfico. La forma de presentar los títulos está en tres símbolos que se repiten y se intercambian.

Estos títulos se mueven como los antiguos símbolos que premiaba el azar en las tragamonedas. Con esto, Miller y Fincher están declarando intenciones: todos estos elementos son viejo símbolos, viejos tropos, viejos géneros que, al azar de la creación y de las coincidencias, se remezclan con diferentes resultados. No se pretende que haya una solución correcta, sino el azar múltiple de las combinaciones.

Antes, las máquinas tragamonedas estaban dictadas puramente por el azar y tenían que representarse en modelos estadísticos. Ahora, se programan por un algoritmo certero. Frente a la progresiva desaparición de la curaduría humana frente a los algoritmos de Netflix, Fincher y Miller parecen estar diciendo algo: aquí podemos todavía jugar con tropos y géneros inagotables para producir, a través del azar humano, la belleza que sólo dan los sueños anárquicos, brutales e irrepetibles.

(Netflix)

Lo bueno
  • La idea misma de la serie basada en tropos viejos y azar sorprendente.
  • La enorme variación en las animaciones.
  • La integridad de la antología con un universo de nostalgias sin clichés.
  • La libertad que permitió el formato y que promete, a veces, el streaming.
  • Zima Blue que es una verdadera revelación.
  • El enorme humor de los cortos de Maldonado y Torres.
  • El indudable placer que fue paladear estos bocadillos deliciosos.
  • Que plantea el formato corto (tan conocido en literatura) como una veta enormemente fértil para la ciencia ficción.
Lo malo
  • Que muchos la interpretaron como una masturbación masculina -y no siempre lo es-.
  • Algunos cortos que no son geniales (Blindspot y Ice Age, por ejemplo).
  • Que no se hacen más antologías así cuando Animatrix debió enseñar el camino.
Veredicto

(Netflix)

Una delicia que viene por pequeñas oleadas de universos complejos, una refrescante interpretación del formato corto en literatura con las posibilidades del streaming, una mezcla azarosa de enormes talentos en combinaciones creativas. Love, Death & Robots es la revelación de ciencia ficción en lo que va del año. La variación de las animaciones y de los temas se conjunta aquí, perfectamente, con un sentido de curación preciso por parte Fincher y Miller. El resultado es, a la vez, ambicioso y condensado, creativo y excitante, íntimo y espontáneo. Un verdadero disfrute frente a los enormes bacanales de Hollywood: de lo bueno tal vez sea mejor tener poco.

Título: Love, Death & Robots.

Duración: 18 episodios.

Creador: Tim Miller

Productores: Tim Miller, David Fincher, Joshua Donen, Jennifer Miller

Plataforma: Netflix.

País: Estados Unidos.

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