Antes del boom del coleccionismo de juguetes en nuestro país, nadie le daba mucha importancia a los juguetes de mercado, hoy llamados bootlegs; una palabra que existe desde finales del siglo XIX y su origen viene del compartimiento escondido dentro de las botas que usaban para contrabandear diferentes cosas, en particular el alcohol, en la época de la prohibición. Su origen se ha perdido en la historia de nuestro país, pues muchos de estas piezas hechas de madera o tela se han perdido entre la ropa vieja y los tiraderos de basura.
A mediados de los 70, con la explosión de las franquicias jugueteras en Estados Unidos y Japón, como Star Wars, Masters of The Universe, Mazinger Z, Godzilla, Voltron, Barbie, Pitufos, ThunderCats y otros, México se convirtió en un maquilador de muchos de estos “muñecos” que eran caros. Afortunadamente los artesanos mexicanos salieron al quite y crearon sus propias versiones dándole particularidades y alma únicas a sus piezas, lo que hoy en día es tan apreciado por los coleccionistas de todo el mundo.

Boogtlet mexicano de Mazinger Z del 2000 (Foto: Edgar Olivares)
Figuras creadas de plástico duro, baquelita, trapo y plástico soplado de las más diversas series y películas se encontraban a disposición de los pequeños en los tianguis, mercados y negocios ambulantes. Sobre todo hechos de plástico soplado, una técnica que permite crear figuras muy llamativas y de gran tamaño, poco peso y a bajo costo.
Entre las figuras creadas en la década de los 80 más extrañas y caras hechas en México se encuentran el Mumm Ra de plástico soplado, El Mazinger Z gigante (del que ya habíamos hablado) y Darth Vader luchador, una pieza que tiene la cara del villano de Star Wars y el cuerpo del Santo, el enmascarado de plata. Este último personaje bien podría ser la bandera del bootleg mexicano.
El escultor Mario González Márquez creo en madera las figuras clásicas del Santo y Blue Demon. A partir de sus pequeñas piezas sacó los moldes que pasarían a la historia y serían reconocidos en todas partes del planeta como símbolo de la mexicanidad. Empezó con Saldados en la década de los 50, luego creó un jinete con su caballo (en dos piezas), animales y otras piezas que no eran comunes en la época. Para finales de los 60 creó los luchadores, aunque de su taller también salieron las figuras de Mil Mascaras, El Cavernario, Batman y Robín con capa removible, el Raón Macias, Pedro infante y muchos más.

¡SKREEEONGK! (Foto: Código Espagueti)
Otro clásico juguete de mercado y quizás uno de los más transgresores es el Memín Pingüin Cagon. Está basado en el personaje creado por Yolanda Vargas y Sixto Valencia, y aunque el nombre del escultor es desconocido, se sabe que no lo era tanto para el co autor del personaje.
De acuerdo a Luis Gantus, biógrafo de Sixto Valencia, el escultor del Memín Pingüin Cagon, visitó a Sixto en una ocasión para revelarle su identidad y admiración para él y su personaje. Sixto se puso feliz y le dijo que le encantaba la pieza pero que “estaba muy feo de la cara”, así que le dibujó un Memín defecando y se lo regaló con la esperanza de que hiciera una nueva pieza. Nunca más vio al escultor ni supo nada de una nueva pieza. Esto quiere decir que hay un dibujo original de Sixto Valencia con Memín defecando.

El famoso Memin Cagon, defecaba gracias a una pasta que se quemaba en su trasero. (Foto: Código Espagueti)
Como el trabajo se hacía en pequeños talleres, las variaciones de color y partes es lo que le da un carisma a las piezas. En muchas de las ocasiones los artesanos conseguían las piezas originales y de allí las replicaban, en otros casos, los más afortunados, los talleres tenían un escultor. El nombre de estos artistas nunca será conocido, por la misma naturaleza ilegal de su trabajo, pero de ellos son los trabajos más memorables como los de plástico soplado.
Los bootleg mexicanos deben ser entendidos como artesanías, los fabricantes invertían fuertes sumas de dinero para cubrir la demanda que no era atendida por nadie más. Con el tiempo, y los tratados comerciales, llegó la fayuca y luego las piezas directas de Japón, pero dado que siguen siendo muy caras, los juguetes de mercado siguen existiendo.
De hecho los bootlegs mexicanos modernos son muy detallados y en algunos casos suelen superar a las piezas originales.