Harrison Ford es una de las mayores figuras de Hollywood y, también, un gran ícono geek. Todos pueden tener preferencias entre sus papeles más legendarios, pero nadie puede negar la importancia de ninguno de ellos: Rick Deckard, Han Solo e Indiana Jones son héroes inmortales que siempre poblarán nuestros más queridos sueños.
Pero para celebrar a Harrison Ford, decidimos ir más allá de nuestras más evidentes preferencias. Así que les dejamos una selección de diez películas para recorrer toda la inagotable carrera de este actor incansable.
1. The Conversation (1974)
Tal vez pocos recuerden esta obra maestra paranoica de Francis Ford Coppola, pero The Conversation marcó una época. De hecho, fue la cinta que le otorgó la primera Palma de Oro a un talentoso joven director que después haría maravillas inagotables del cine estadounidense.
Y The Conversation es una genialidad de sigilo y locura, entendimientos mediados por la tecnología y la creciente paranoia estadounidense por la vigilancia y sus amplias posibilidades. Recordemos, claro, que la cinta salió en medio del gran escándalo que desató Nixon vigilando, sin permiso, la sede demócrata en Watergate.
El papel de Harrison Ford en la película es, tal vez, secundario. Pero, el mítico actor logra una interpretación perfecta del joven y ambicioso ejecutivo que no parará en nada hasta satisfacer los deseos más caprichosos de su corrupto jefe. Como Martin Stett, Ford protagoniza, además, una maravillosa escena de forcejeo, entredichos y amenazas con el increíble personaje de Gene Hackman y su inseparable impermeable transparente. Faltaban casi diez años para Blade Runner y Harrison Ford ya se vislumbraba como un diamante en bruto: tosco, fuerte y, sin embargo, siempre elegante.
2. Raiders of the Lost Ark (1981)
¿Cómo no recordar la primera escena de Raiders of the Lost Ark? Alfred Molina y Harrison Ford atravesando alguna selva amazónica poco específica para recolectar un artefacto prohibido; la persecución de la roca, el látigo, la confianza del veterano arqueólogo; la horrible sonrisa de Belloq, eterno enemigo, y la persecución final entre dardos de curare y un hidroavión… Después de esa secuencia inicial, Spielberg podía apagar las luces y abandonar el estadio. Pero, evidentemente, no lo hizo.
La primera aparición de Indiana Jones se separaba en dos momentos fundamentales: la persecución que lo mostraba como un héroe de acción y las escenas del arqueólogo regresando al oficio cotidiano, dando clases en una universidad y sobreviviendo, apenas, al deseo de sus alumnas. Porque Indy se presentó, desde entonces, como una mezcla apasionante de detective y de figura de acción: él fue el que le dio bríos absolutamente irreales a la figura del arqueólogo que luego retomaría Spielberg con los esposos Grant en Jurassic Park. Jones se convirtió en un prototipo de superhéroe que representó, por muchos años, un contraste carismático a la figura unidimensional del hombre de acción noventero. Y Ford lo encarnó con iguales partes de presencia física, inteligencia visible y, claro, desbordada sensualidad.
Raiders of the Lost Ark es la mejor cinta de la saga de Indiana Jones. Una locura que mezcla nazis y changos, dátiles envenenados, egipcios bonachones e historias bíblicas. Además, claro, de muchas, muchas, malditas serpientes.
3. The Fugitive (1993)
The Fugitive es, tal vez, una de las más icónicas películas de acción de todos los tiempos. Y lo mejor de esta cinta es que no enfrenta al espectador a una lucha inmediatamente maniquea. Porque tanto el doctor Richard Kimble, como su perseguidor, el incansable marshall, Samuel Gerard, son absolutamente inocentes de todo crimen. De alguna manera, la cinta nos hace ponernos del lado de Kimble y, en la balanza inmediata, nos hace odiar a Gerard.
La tensión que se logra entonces entre dos lados moralmente intachables es genial. Y la actuación de Harrison Ford frente a la impresionante interpretación de Tommy Lee Jones como Gerard es lo que mantiene vivo el suspenso único de la cinta. Jones ganó un Oscar por esta película y Harrison Ford demostró que los años parecían no pasar a través de su cuerpo. Digo, en ese entonces, ya tenía cincuenta años y hacía stunts como chamaco.
Como bien dijo Roger Ebert en su momento, la cinta no es nada más disparos y golpes. Basada en la enorme serie televisiva de culto, la película de Andrew Davis superó todas las otras creaciones de acción del director que nos había traído, un año antes, la icónica Under Siege con Steven Seagal. Porque, cuando The Fugitive llega a la enorme escena de la cascada, ya no se trata nada más del suspenso, o de la acción, o del thriller, sino de una lectura grandiosa sobre el valor de la verdad y las fuerzas opuestas de la justicia y la mentira.
4. Ender’s Game (2013)
En Ender’s Game encontramos otra faceta de Harrison Ford. Ya no es el héroe de acción que fue hace veinte o treinta años. Éste es un rol maduro para un actor maduro. Y la representación que hace del general Hiram Graff es perfecta. Se dice que Orson Scott Card intentó encontrar a una actriz de comedia para el papel. Una comediante ácida y seca del estilo, por ejemplo, de Rosie O’Donnell. Sin embargo, la elección de Ford dio singular potencia al personaje de Graff sin perder la simpatía humana y la prepotencia necesaria.
Si bien Ender’s Game no fue la adaptación que, como gustosos lectores de la novela, merecíamos, la cinta se aventura a adaptar algo particularmente difícil de adaptar. Y entre la lucha con los Formics y los caprichos del joven Ender, Harrison Ford nos muestra la faceta madura de una personalidad que no se diluyó con los años. Si falló en muchas cosas, esta cinta nos mostró que quedaba Harrison Ford ñoño para rato.
5. Star Wars (A New Hope)
Han Solo es, sin duda, el personaje más icónico que ha interpretado Harrison Ford en su larga carrera. Y es evidente que este hombre nació para interpretarlo. Porque Solo es el papel que le dará personalidad a todos sus otros roles de chico malo, aventurero de acción y seductor irredento.
La química que logró recrear Lucas, años después de trabajar con Ford en American Graffiti, es algo simplemente impresionante. Mark Hamill y Ford crean una relación ambivalente que permite dar textura al trasfondo mítico de la saga. Porque el personaje de Solo es siempre un incrédulo: cuando Luke practica, por única vez, con el sable láser que le da Kenobi, Solo se burla de las creencias Jedi como supersticiones viejas. Y esa burla es la que permite crear una continuidad en la saga sobre una vieja historia de guerreros míticos y la realidad política de una galaxia dominada por tiranos.
Al mismo tiempo, Ford y Hamill se encuentran como amigos en polos opuestos: el inocente frente al experimentado, el campirano frente al citadino, el mimado frente al sufrido. Y la relación se amalgama también, después de la muerte de Ben, con la competencia entre los dos hombres por el amor de Leia. Ese nuevo interés amoroso crea una de las relaciones románticas más maravillosas que se han logrado en pantalla. Y claro, se logra porque, a diferencia de Natalie Portman y Hayden Christensen, Carrie Fisher y Ford tiene la química única que da una tensión sexual imposible de fingir.
Han Solo es el pegamento que da textura a la historia mítica del pasado de Star Wars y a las relaciones futuras de la saga; él es el punto medio de la historia y el necesario contraste para desarrollarla. Sin Harrison Ford en su más memorable papel, no existiría Star Wars como la saga que conocemos. Por ello, señor Ford, estamos eternamente agradecidos; siempre sabremos que usted disparó primero.
6. Patriot Games (1992)
Patriot Games corresponde a la época noventera de acción que tuvo Harrison Ford. Es un momento de madurez en donde, al mismo tiempo, seguía obteniendo papeles que requerían golpes, persecuciones y empalar a Sean Bean en una ancla. Porque sí, antes de ser Alec Trevelyan, Bean fue el némesis de una cinta de Ford.
Ésta es la segunda adaptación de Tom Clancy en la que actuó Harrison Ford, después de Clear and Present Danger. Pero, a diferencia de ese primer papel como el agente Jack Ryan de la CIA, en esta cinta Ford se enfrenta a un guión mucho mejor estructurado que le permite trabajar más la personalidad del personaje. En la primera película, Ryan era un paladín de la justicia absolutamente intachable y unilateral. En Patriot Games, con todo el peso del encono familiar y la lucha personal, Ryan se convierte en un personaje muchísimo más interesante.
Harrison Ford no nada más da una textura exacta a Ryan en esta revancha sobre el papel, sino que logra una gran cinta de acción que, a pesar de los maniqueísmo de Clancy, se convirtió en un clásico noventero. Y sí, vuelvan a ver la portada de esta película y los reto a no sentir una dura nostalgia de Videocentro.
7. Apocalypse Now (1979)
El papel de Harrison Ford en Apocalypse Now es, ciertamente, muy breve. Como el Coronel Lucas, Ford se limita a las escenas del principio de la cinta en donde, después de rescatar a Willard de la borrachera autodestructiva, lo presentan a un informe. Lucas guía el informe de inteligencia en donde le explican a Willard, entre referencias a John Wayne y menciones de la estructura desecha del ejército americano, qué es lo que sucedió con Kurtz.
Este informe es sólo la primera parte de un conocimiento que se irá construyendo, como en el libro de Conrad, con el camino que lleva al corazón de las tinieblas. Y en este informe la presencia joven, torpe pero informada de Harrison Ford da un contraste de sobriedad perfecto a la cruda insoportable del personaje de Martin Sheen.
Apocalypse Now sirvió como un gran templete para actores hasta entonces desconocidos. Laurence Fishburne, por ejemplo, hizo su primera aparición con apenas catorce años. También fue la primera aparición del genial Scott Glenn en pantalla. Y Harrison Ford se dejó ver, por segunda vez, en una película que ganó la Palma de Oro en Cannes. Si esto no sirve como aliciente para recordarlo aquí, consideren que pensar en Ford es una gran excusa para volver a disfrutar a una de las mejores películas de guerra jamás hechas.
8. Star Wars: The Force Awakens (2015)
Hubo un principio y un final para Han Solo. Se dice que Harrison Ford nunca estuvo muy convencido de hacer el papel icónico que le otorgó Lucas; que en múltiples ocasiones quiso aplicar el escape de Alec Guinness e improvisarse una muerte en el guión; que, incluso después del éxito de Star Wars, nunca fue un fanático de la saga.
Sin embargo, nadie puede restarle importancia al papel esencial que jugó Ford en la consolidación de este universo. Porque el eterno antagonismo amistoso entre Luke y Han continúa después del exilio del primero y de la muerte del segundo en la herencia de Rey y Kylo Ren. La vieja amistad de Luke y Han sigue viva, distante y nostálgica, a través de la resolución de viejos conflictos. Porque, en esta nueva saga, aparece Ford convenciendo a los jóvenes de que todo es real, de que la fuerza, los jedis, los siths, todos esos mitos del pasado lejano son absolutamente verdaderos. Ahora, en el lugar de Kenobi (otro sacrificado trágico), es Han Solo el que defiende, frente a la incredulidad de los tiempos, el misticismo de la saga de Lucas.
El regreso de Harrison Ford al universo galáctico es de las cosas más emocionantes que nos han pasado, como ñoños irredentos, en los últimos años. Y la muerte de Solo se convirtió en un evento de proporciones épicas del que se habló ampliamente. Ahora, lejos de este papel, Ford podrá visitar, en el recuerdo, el legado enorme de una saga que sólo podría ser posible con su inigualable presencia.
9. Indiana Jones and the Last Crusade (1989)
La última entrega de Indiana Jones nos presenta un construcción mucho más amplia de este gran personaje. Esto no es, nada más, el regreso de una saga que termina en trilogía de acción sino una forma de cerrar un ciclo contando un pasado y un futuro eterno.
Indiana Jones and the Last Crusade es un extraño cuento bíblico sobre la inmortalidad y la realidad histórica del Cristo. El argumento es absolutamente alucinante y fantástico. Pero, extrañamente, funciona a la perfección. Porque la búsqueda del cáliz no es simplemente un cuento de continuación bíblica o un argumento para que los europeos medievales saquearan Jerusalén, sino la fundación mítica de toda saga de aventuras.
Hay un viejo trasfondo literario de toda aventura occidental que se fundó en las leyendas artúricas del Santo Grial. Era ese mismo objeto que perseguían, incansables, Lancelot Caballero de la Carreta, Perceval y tantos otros. El Grial era el objetivo último de toda épica, de toda gesta, de toda partida del hogar por lejanas búsquedas en ese ciclo.
Spielberg sabe muy bien el trasfondo mítico de su cinta y busca aprovecharlo al máximo en la última entrega verdadera de Indiana Jones (no me hablen, por favor, de calaveras de cristal). El resultado es una historia entrañable de crecimiento y una aventura que regresa a sus orígenes: el bien y mal maniqueos representados por los nazis y Belloq frente a los arqueólogos honrados y académicos respetados; el padre y el hijo reunidos, como dos conquistadores intrigantes; la historia reescrita por los aventureros; la inmortalidad alcanzada por dos personajes que, cabalgando hacia el sol, vivirán eternamente.
10. Blade Runner (1982)
Por último pero nunca al último, tenemos al mejor personaje de la carrera de Harrison Ford. En la reinterpretación de Ridley Scott de la gran novela de Philip K. Dick, Rick Deckard no está casado, no es dueño poco orgulloso de una oveja eléctrica, no es un ser vanidoso y depresivo que ya no encuentra el solazo de la religión de Mercer. No, en esta adaptación, Deckard regresa a los orígenes del noir, como el detective acabado, deprimido y depresivo, oculto entre sombras borrosas de neblina vaga y botellas de whisky que se guardan, siempre, en un cajón a la mano.
En esta reinterpretación del personaje, Deckard no pierde nada de su encanto y, como en todo argumento noir, es un detective que encuentra la razón misma de su existencia agotadada en un fatídico caso. Como en la novela de Dick, Scott entendió perfectamente que esta trama gira en torno a la mirada introspectiva y la compasión hacia el otro. Es una obra construida en torno al test Voight-Kampff y su capacidad de detectar las reacciones humanas ante la crueldad, la tortura, la violencia, el sexo o el amor. Pero, como sucede frecuentemente, el que administra un test rara vez lo toma para sí mismo.
Las preguntas finales de Blade Runner quedarán siempre como interpretaciones intrigantes de una obra maestra de la ciencia ficción que parece no envejecer. Sin perder nada de su validez, las escenas finales de esta gran cinta nos ponen en los mismos zapatos de Deckard, humanizado por la mirada angustiada y perdida de Ford. El discurso de Roy Batty es tan poderoso porque, finalmente, no guarda rencor para Deckard –ni por nosotros, humanos, representados en su mirada–, sino porque muestra, de dientes para afuera, un profundo desprecio para nuestra vulnerable y limitada especie.
Si hay algo que nos emociona para el futuro es volver a ver a Ford en este maravilloso papel que lo convirtió en una figura de culto.