Etgar Keret se ha destacado, en el mundo literario, con una fórmula atípica: escribe textos sumamente cortos. Es por eso que sus libros recopilatorios pueden llegar a incluir cincuenta o más historias.
Esta forma breve de escritura le ha permitido explorar los temas más variados: Keret escribe cuentos fantásticos, realidades crudas, invenciones imposibles e, incluso, algunas aproximaciones a la ciencia ficción. También, lo ha convertido en el orgulloso dueño de la casa más estrecha del mundo.
No es casa del Infonavit, es la Casa de Keret (Foto: Wikimedia)
Así nos lo contó él mismo:
“Hay un maravilloso arquitecto polaco llamado Jakub Szczęsny y él quería construírme una casa en la proporción de mis historias y como mis historias son tan compactas, quiso construírme una casa muy compacta. Así que hizo la casa más compacta del mundo. Mi hijo está muy orgulloso de mí porque entré en el libro de récords Guinness. Se llama la casa Keret y está en Varsovia en donde tengo una muy vieja historia familiar; además de que fue el gueto en el que mandaron a mi madre y a mi familia. Es una casa hermosa y, por momentos, tengo tiempo de pasar un rato en ella. A pesar de que sólo tiene un metro de ancho, no se siente claustrofóbica, tiene mucha luz y puedo muy bien dormir en ella y escribir ahí.”
Como pueden ver, la historia de Keret está profundamente relacionada con la historia reciente de Israel. Sus padres son sobrevivientes del holocausto polacos que emigraron después de la guerra y él es parte de una primera generación de migrantes europeos nacidos en Medio Oriente.
(Imagen: Sexto Piso)
En ese sentido, Keret creció con el recuerdo de guerras europeas y el muy presente contexto de los numerosos conflictos en la región. Cuando hablamos con él, nos comentó sobre la cercanía de sus vivencias con la violencia en México y la necesidad del humor para sobrellevar el horror cotidiano.
“Creo que hay algo en común entre los mexicanos y los israelíes porque ambos pueblos viven en ambientes muy violentos y, al mismo tiempo, tratan de evadir esa realidad. Creo que, subjetivamente, el pueblo mexicano y el pueblo israelí son los pueblos más felices del mundo: rara vez se quejan, siempre piensan que todo está bien a pesar de que cientos de personas mueran alrededor de ellos. Y creo que hay una necesidad de evadir la realidad que nos rodea para seguir adelante. Hay algo de este optimismo que me gusta mucho; ese optimismo me es muy querido y cercano. Vengo de una familia de sobrevivientes del holocausto y en mi vida he vivido muchas guerras: nací en la guerra de 1967, fui a la primaria durante la guerra de 1973, fui a la secundaria durante la guerra de Líbano… ¿Sabes? Toda mi vida ha estado pautada por una guerra tras otra y aún así mantengo mi optimismo. Pienso que si fuera un europeo flojo podría no tener mi optimismo, no lo necesitaría, podría vivir sin él, pero cuando vives en un mundo de mierda, necesitas creer que, en algún momento, las cosas van a mejorar.”
Y ya que estábamos hablando de México, le preguntamos qué le parecían las adaptaciones mexicanas de sus cuentos: porque se han hecho, en este país, diversas traducciones al medio del cómic. Como buen ñoño calado a la antigua, Keret nunca ha renegado de su gusto por los cómics -y dice, incluso, que todavía tiene más de mil números en casa-.
“He hecho cómics y tengo cómics. Lo que me gusta tanto del cómic es que es visual como el cine pero también escrito como la literatura. Y la idea de que sea como una película en la cual el lector es el director: él decide qué tan rápido se pasa la anécdota, o cuál será el tono de voz de los personajes. Y me gustaron muchísimo las adaptaciones mexicanas de mi trabajo. Me emociona mucho como escritor ver cómo un lector vive mis historias. Puedo escribir una historia y pensar que es graciosa y luego ver, en la adaptación, que a alguien le causó terror. Y ve una adaptación en cómic de mi trabajo es como si me dejaran urgar en el cerebro de un lector.”
Finalmente, Keret nos platicó del futuro de la literatura en un mundo de textos digitales. Y su visión es de optimismo frente a los constantes cambios tecnológicos de nuestra era.
“Mucha gente habla en contra de las redes sociales pero yo creo que ésta es una generación que lee mucho más de lo que leían las generaciones hace cincuenta años. El hecho de que un texto se escriba en una página de Facebook no le quita el estatuto de texto. Y creo que no se trata de formatos: no hay una pelea entre libros de papel o textos digitales cuando se trata de contar una historia. Creo que entre más avanza la tecnología más posibilidades le da a la gente de escribir una historia o leer una historia o escuchar o ver una historia. Así que no soy uno de esos que tiene miedo por el futuro de las historias. No creo que los cuentos vayan a desaparecer porque creo que siempre se han contado historias y que las historias siempre se seguirán contando.”
En México, el grueso de la obra de Etgar Keret ha sido publicado por Sexto Piso.