Esta semana la Instalación para la Investigación de Impactos en Aterrizaje (LIRF, por sus siglas en inglés) de la NASA cumplió 50 años de existencia. En ese centro de la agencia se estudia el impacto que causan los módulos espaciales al chocar, además de medir su grado de resistencia física.
Las instalaciones se construyeron en 1965, originalmente su objetivo era medir el grado de peligro -tanto para la tripulación como para los ciudadanos de a píe- que se viviría en caso de que una de las naves de la misión Apolo se estrellara contra la Tierra. Desde entonces ha ayudado a medir la resistencia de muchas otras naves y módulos espaciales, así como otros tipos de transportes desarrollados por la NASA.
Normalmente en las instalaciones se deja caer desde grandes alturas uno de los vehículos, pero también se han modificado los lugares de las pruebas de seguridad para colocar piscinas que imiten el mar abierto. Échale un ojo al video, y observa como la ciencia también tiene su grado de ruda diversión: