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Ciencia Antigua: el orgón

Wilhelm Reich es una de las figuras más polémicas en la historia de la ciencia.
Orgón Wilhelm Reich

Wilhelm Reich es una de las figuras más polémicas en la historia de la ciencia. Nacido en 1897 en lo que era el Imperio Austrohúngaro, al principio de su carrera conoció a Freud y se convirtió en su discípulo más aventajado. En sus últimos años, en contraparte, decía haber descubierto la energía cósmica que movía al universo entero, e incluso intentó convencer a Einstein. Censurado, insultado, seguido como un profeta y acusado de locura, Reich pasó a la historia como charlatán y científico a un tiempo.

Entre muchas otras cosas, Reich fue el “descubridor” del orgón, una especia de energía cósmica que se asemeja a los principios de las religiones orientales. En pocas palabras, se trata de una bioenergía de color “azul” que se encuentra en todo el universo y que es capaz de enfermar y sanar a las personas. Por ejemplo, Reich creía que una suficiente exposición al orgón era capaz de curar el cáncer.

Pero comencemos por el principio. Luego de doctorarse, Reich conoció a Sigmund Freud y se integró a su asociación de psicoanalistas. Pronto destacó por su creatividad y la dedicación que ponía en su trabajo. En aquellos años estudiaba la esquizofrenia y buscaba curas posibles mediante la terapia psicológica. Su talento era tal, que alguna vez el propio Freud lo nombró como “su discípulo más brillante”.
Sin embargo, comenzó a tener problemas dentro de la Sociedad Psicoanalítica por su proximidad al marxismo. Según él, la neurosis tenía su causa en las prohibiciones sexuales que se generaban socialmente. Esta represión sería causada por un sistema económico que pretendía producir individuos dóciles y pasivos. Defendió esta tesis en su libro Psicología de masas del fascismo. Según él, Freud había entronizado el “principio de realidad” a tal punto que para que un individuo se considere sano debía aceptar su entorno tal y como se le presentaba; mientras que él, fuertemente influido por la obra de Karl Marx, aseguraba que el entorno debía ser cambiado para lograr la salud mental.

Frecuentemente usaba la categoría homo normalis para describir a un sujeto perfectamente inserto en la sociedad, que se considera sano, pero que en realidad está subsumido en las represiones sexuales. Este sujeto tendría, además, una flaca voluntad y un carácter represivo. Reich creía que el homo normalis era en el fondo un perverso que solía desquitar sus impulsos reprimidos de maneras poco sanas.

A pesar de defender las tesis de Marx, también tuvo conflictos con el Partido Comunista, quienes consideraban que su lectura del psicoanálisis implicaba una comprensión defectuosa del comunismo. De manera que Reich fue expulsado de las que quizá eran las dos organizaciones que pregonaban con más fuerza lo avanzado de su pensamiento a principios del siglo XX. Marginado de ambas posiciones, Reich también tuvo que huir de los regímenes fascistas en Europa. Durante años no pudo publicar y tenía frecuentes problemas con su pasaporte para permanecer en países como Alemania, Dinamarca o Noruega.
Fue en esos años cuando también desarrolló su técnica del “análisis del carácter”, la cual contravenía en más de un sentido las posiciones psicoanalíticas ortodoxas. Podemos aislar dos postulados principales que explican el análisis reichiniano: 1) la salud mental de un individuo depende de su potencia orgásmica, y 2) la mente de una persona y su comportamiento muscular son fundamentalmente equivalentes. Esto quiere decir que la conversación no es suficiente para realizar un análisis psicológico efectivo, sino que también deben tomarse en cuenta factores como los movimientos musculares y el comportamiento de los pacientes. Asimismo, la cura de las enfermedades mentales se relaciona con la capacidad que tiene un individuo en percibir un orgasmo satisfactorio.

La primera de estas proposiciones lo llevó a considerar que la energía orgásmica es la base de nuestra salud mental. Por lo que el objetivo del “análisis del carácter” es promover que el individuo supere sus represiones sexuales y sea capaz de tener orgasmos satisfactorios, incluso en etapas muy tempranas, casi en la niñez. La segunda, por su parte, rompía las barreras físicas que se había impuesto el psicoanálisis. Mientras que la vieja técnica prohibía terminantemente el contacto físico con el paciente, Reich suponía que para curar la mente había que “destrabar” el cuerpo. Por ello, daba masajes a sus pacientes y provocaba reflejos musculares en ellos que los hacían vomitar o soltarse a llorar.

Puede que la relación entre marxismo y psicoanálisis y el “análisis del carácter” suenen un tanto exageradas, pero al fin y al cabo tienen fundamentos correctos y comprobables. Por ejemplo, aunque no podemos decir que nuestra salud mental depende enteramente de los músculos de nuestro cuerpo, es cierto que hay una relación directa entre estos movimientos y nuestro inconsciente. Sin embargo, los trabajos de Reich hacia el final de su vida muestran un deterioro notable, tanto así, que sólo podrían ser calificados como “pseudociencia”.
Después de vagar sin fortuna por Europa, Reich llegó a Estados Unidos en 1939 y continuó sus estudios en el campo del orgasmo y la psique. Su obsesión con el tema llegó a tal grado, que en su libro La función del orgasmo proclamó haber descubierto un tipo de energía cósmica que subyace en todo el mundo. Llamó a esta energía “orgón”, derivado de las palabras “organismo” y “orgasmo”. Según él, esta energía estaba detrás de la cura terapéutica que se alcanzaba mediante el orgasmo.

Con el tiempo su concepción del orgón se fue haciendo cada vez más fantástica. Si en un primer momento defendía la salud sexual como base de la salud mental, poco a poco su teoría fue siguiendo derroteros pseudocientíficos. Al final llegó a sugerir que había dos tipos de orgón, uno positivo y uno negativo, y que el primero curaba enfermedades físicas (como la gripa común o el cáncer) y el segundo las provocaba. Además pretendía que el orgón fuera estudiado como una fuerza física (como el magnetismo o la electricidad) para manipular la naturaleza. Construyó máquinas que supuestamente potenciaban esta energía y, según él, podían tanto curar a las personas como provocar la lluvia.

En una ocasión, incluso, se reunió con el mismísimo Albert Einstein con la intención de convencerlo de la existencia del orgón. Se sabe que tuvo una reunión con él y le prestó uno de sus acumuladores de orgón para que lo comprobara por él mismo. Einstein realizó diversas pruebas con la máquina y concluyó que todo era un malentendido producto de la imaginación de Reich.
Pero este científico no se desanimó. Con los años, construyó un Instituto de Investigaciones Orgónicas y creyó curar a cientos de personas sólo con la manipulación de la energía orgónica. Lo cierto es que sus experimentos nunca se comprobaron, pues ni una sola persona que no creyera en la existencia del orgón fue curada.

Ciertamente la figura de Wilhelm Reich es apasionante por los altibajos de su carrera y su vida personal. En muchos lugares fue perseguido y acusado de inmoral porque abría clínicas en pro de la salud sexual de las personas. Su trabajo influyó poderosamente en lo que después fue conocido como “revolución sexual” y su libro Análisis del carácter era frecuente en las bibliotecas de los jóvenes que salieron a las calles a protestar en los sesentas.

Reich terminó sus días en la cárcel víctima de la censura y la cacería de brujas del periodo conocido como mcarthismo. La Food and Drug Administration (FDA) estadounidense lo persiguió por años y finalmente logró encarcelarlo y organizar una quema masiva de sus libros casi como si se tratara de la Inquisición. Reich fue acusado de locura numerosas veces, e incluso llegó a ser señalado como un esquizofrénico. Si bien en sus últimos años sufría de delirio de persecución y cierta paranoia (incluso creyó que Einstein era partícipe de una conspiración en su contra); lo cierto es que sí fue acusado injustamente numerosas ocasiones. Wilhelm Reich murió en la cárcel el 3 de noviembre de 1957, apenas unas horas antes de su apelación. Sin embargo, la intromisión a su vida privada no cesó con su fallecimiento, pues se especuló que detrás de su actitud respecto a la salud sexual se escondía un intenso abuso que sufrió de niño.
No es fácil juzgar a Reich por su trabajo. Si bien realizó importantes aportaciones a las áreas de la psicología y la sexualidad, su invención del orgón llegó a puntos exagerados. Además, su labor fue frecuentemente desacreditada por su vida personal, pues se desarrolló en una época de persecución política, censura y doble moral en términos de sexo. Algunas asociaciones orgónicas aún subsisten, pero se encuentran completamente desacreditadas en el mundo científico. El tiempo le dio la razón en algunos aspectos, pero también juzgó de erróneo lo que él consideraba el “trabajo de su vida”, el orgón. Con todo, merece más el reconocimiento que el vituperio. Sin duda alguna, se trató de una mente desafortunada en tiempos de tormenta.

Como curiosidad, te dejamos un tráiler de The Strange Case of Wilhelm Reich, una película del director Antonin Svoboda centrada en la parte final de la vida de Reich.

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