Un adorable bebé de un año y medio se emociona al ver volar al Hombre de Acero.
Alan Moore, uno de los mejores escritores de historietas de todos los tiempos, ha mencionado en más de una ocasión que le sorprende que personas de más de treinta años se sigan emocionando por películas protagonizadas por personajes que estaban destinados al entretenimiento infantil. Para el escritor esto es un síntoma de la inmadurez de la sociedad actual.
Si bien es cierto que la afirmación del autor británico es polémica, y tiene algo de cierto, no podemos negar que los redactores de Código Espagueti experimentamos gozo en la lectura de algunos cómics, como lo hemos hecho patente en varios artículos. De igual forma, los personajes que saltan de ese medio a otros, como el cine y la televisión, en muchos casos nos siguen sorprendiendo, probablemente porque nos remontan a la infancia, esa época en que nos asombrábamos con las hazañas de los héroes de las revistas ilustradas y, ayudados con nuestra imaginación, pensábamos en la posibilidad de ver a un hombre volador pasar rápidamente por encima de nuestra cabeza.
Con respecto a lo anterior, es muy ilustrador el eslogan de la vieja película de Superman de los setenta: “creerás que un hombre puede volar”. La mayoría de los que eran niños en ese entonces se emocionaron y salieron saltando intentando emular al Hombre de Acero, un personaje que desde sus inicios estaba pensado para inspirar lo mejor de la gente. Por ello es bastante emotivo ver el rostro del pequeño niño que se asombra, emociona y se identifica con la actuación de Henry Cavill en la vituperada The Man of Steel.
Indudablemente, es emotivo ver a un niño que nos recuerda cómo nos emocionaba (¿o emociona?) la fantasía y los superhéroes.