Hoy en día todos los países —y cada vez más empresas— cuentan con departamentos de inteligencia que, entre muchas otras funciones, cuentan con una división encargada del cifrado o codificación de mensajes, la famosa criptografía. Actualmente está tarea se ayuda de la tecnología digital para conformar códigos imposibles de descifrar. Los departamentos de criptografía estatal, en su mayoría formados por programadores y matemáticos, tienen como tarea primordial conseguir la confidencialidad de sus mensajes, además de descifrar los mensajes de sus objetivos.
Si bien, la criptografía tuvo su época de oro durante la Guerra Fría, el inicio de la versión militar-estatal de esta rama de la seguridad nacional se dio durante la Primera Guerra Mundial, e incluso uno de sus momentos estelares involucró a México. Aquí te contamos esa interesante historia.
La Gran Guerra

La Primera Guerra Mundial devastó Europa.
En 1917 se vivía uno de los momentos más tensos de la Primera Guerra Mundial, un conflicto que enfrentaba a Alemania y Austria-Hungría en contra de Francia, Rusia y Reino Unido: las cinco naciones con los ejércitos más poderosos del mundo. El conflicto se había prolongado durante casi tres años, y no se veía para cuándo podría terminar, debido a que las fuerzas de las naciones involucradas eran muy parejas.
Alemania sabía que Reino Unido se encontraba buscando una forma de involucrar a Estados Unidos en la Guerra para terminar con el equilibrio de poderes, por eso comisionó a un departamento interno a desarrollar una forma de evitar que los norteamericanos se interesaran en apoyar a los británicos.
El telegrama Zimmermann

El telegrama Zimmermann
El mariscal alemán Paul von Hindenburg logró que el Kaiser Guillermo II aceptara el uso masivo e indiscriminado de una novedosa arma de guerra: los submarinos. La idea era cortar los suministros que llegaban por vía marítima de los británicos y forzarlos a rendirse por hambre en menos de seis meses.
Aunque la idea tenía potencial para hacerlos ganar la guerra, los alemanes sabían que usar esta estrategia, que por fuerza incluía atacar trasatlánticos estadounidenses (uno de los grandes aliados comerciales británicos), provocaría la entrada de Estados Unidos a la guerra. Para evitar que Estados Unidos apoyara a sus enemigos, el ejército alemán planeó una estrategia que mantendría ocupados a los norteamericanos en un conflicto con uno de sus países vecinos: ni más ni menos que México.
El 16 de enero de 1917 Arthur Zimmermann, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, envió un telegrama (usando las líneas telegráficas diplomáticas de Estados Unidos) al conde Johann Heinrich von Bernstorff, el embajador alemán de Estados Unidos. El telegrama incluía un apartado con instrucciones que debían de enviarse al embajador alemán en México, Heinrich von Eckardt.
Tan sólo un día después, el 17 de enero de 1917, la inteligencia británica (que en secreto y de manera ilegal tenía intervenidas las líneas diplomáticas de Estados Unidos) logró intervenir el mensaje. Inicialmente los británicos no pudieron descifrar el mensaje, pero recurrieron a una nueva división: The Room 40.
The Room 40

Los miembros de The Room 40
Alfred Ewing, un almirante británico aficionado a descifrar crucigramas y rompecabezas, formó, casi por hobby, una curiosa división dentro del Ejército Naval Británico, que tenía como misión descifrar los mensajes encriptados de la inteligencia alemana. En un principio no se le dio mucha importancia a Room 40, pero Ewing se tomó en serio su tarea y reclutó a un grupo de civiles variopinto. Los encargados de descifrar los mensajes alemanes, contrario a los equipos de criptógrafos actuales (llenos de matemáticos), estaba formado por un ex-traductor de obras teológicas alemanas, periodistas, y un editor de libros.
Gracias a que los aliados rusos lograron capturar algunos libros de códigos alemanes, incluyendo el Handelsschiffsverkehrsbuch(HVB) de la Marina Imperial Alemana —un libro de códigos usado por buques de guerra teutones—, los miembros de Room 40 se dedicaron casi toda la guerra a descifrar los códigos alemanes.
The Room 40 decifró el telegrama Zimmermann, que estaba encriptado con un código de última generación, descubriendo que la primera mitad del mensaje confirmaba el uso de submarinos para evitar el ingreso de barcos a Inglaterra, mientras que la segunda parte era una propuesta de alianza con México. En el mensaje Zimmermann se comprometía a que Alemania daría apoyo militar y económico al gobierno del presidente Venustiano Carranza a cambio de que el ejército mexicano invadiera Estados Unidos. La idea era que Carranza comenzara un conflicto con Estados Unidos buscando recuperar los territorios de Texas, Nuevo México y Arizona, perdidos a mediados del siglo anterior. A cambio, los alemanes se comprometían a mandar tropas y armamento para apoyar a México en cuento terminara la Gran Guerra que se vivía en Europa.
Además, en el telegrama también se mencionaba que los alemanes pretendían conseguir que Carranza sirviera como mediador con Japón para proponerle unirse a la alianza y que atacara al lado de México a Estados Unidos por el Pacífico. A cambio de su ayuda, Japón recibiría el estado de California. Con tantos frentes simultáneos los estadounidenses no se podrían dar el lujo de enviar tropas a Europa, y darían tiempo a los alemanes de derrotar a sus rivales.
La criptografía llegó para quedarse

Una caricatura de la época se burla del telegrama
Para evitar que Estados Unidos descubriera que los británicos tenían intervenidas sus líneas diplomáticas, y los alemanes supieran que habían descifrado sus claves de última generación, los británicos dejaron que el plan alemán siguiera su curso. Reino Unido aprovechó que, en el telegrama enviado a la Ciudad de México, el embajador alemán cometió el error de usar una vieja clave que ya había sido descifrada por los norteamericanos, para poner sobre aviso —por medio del misterioso espía inglés Mister H (que robó una copia del telegrama de la oficina central de correos y telégrafos de la Ciudad de México)— al gobierno estadounidense del plan teutón.
En México, cuando el presidente Carranza recibió el mensaje, se armó de improviso una reunión entre los principales secretarios de Estado, donde se consideró que México perdía más al entrar en guerra con Estados Unidos, ya que el país apenas comenzaba a recuperarse de la Revolución, por lo que sería imposible hacer frente al poderoso ejército de los vecinos del norte. Por cierto, ahora sabemos que el ataque de Pancho Villa a Columbus, una de las pocas invasiones extranjeras a Estados Unidos, también estuvo financiado por Alemania.
Por su parte, Woodrow Wilson, el presidente de Estados Unidos que había evitado que su país entrara en el conflicto mundial, tuvo que darle su justo peso al telegrama cuando se hizo público, y entrar de lleno en la guerra, apoyando a los británicos y, a la postre, logrando la rendición de Alemania y sus aliados.
Al descifrar el telegrama, los ingleses demostraron la importancia de la criptografía en los departamentos de inteligencia. De hecho, el gobierno británico aceptó financiar y abrir una nueva división, la ahora famosa Bletchley Park, la oficina gubernamental en la que Alan Turing, el padre de la computación moderna y héroe británico durante la Segunda Guerra Mundial, consiguió descifrar el “irrompible” código nazi Enigma con su ahora famosa máquina electromecánica.