El pensamiento hermético se enrolla, cruza y sintetiza con multitud de discursos a lo largo de los milenios. No sabemos con exactitud cuál fue su origen, pues sus ideas se pueden considerar una mezcla de pensamiento mítico y filosofía moderna en igual medida. La historia del hermetismo se desarrolla a la sombra del pensamiento dominante, sus principios se consideran “ocultos” y exclusivos para “iniciados”. Tal vez ese rostro misterioso ha sido el culpable de que llegara hasta nuestros días.
El método científico representa una forma de acercarse al conocimiento; pero no es la única. Incluso hay formas intuitivas, especulativas o emocionales de acercarse a la ciencia. En la época moderna, hemos aprendido a ver este método como la única forma viable de presentar la información, pero lo cierto es que no es útil para abordar cualquier tema ni es capaz de describir todos los fenómenos del universo.
En la Antigüedad había otras formas de conocer que se correspondían con la forma de vida de los pueblos arcaicos. No es que fueran muy poco inteligentes como para entender la “verdadera” ciencia, sino que su horizonte de experiencias era totalmente distinto. Tenemos mucho que aprender de sus perspectivas y de sus enfoques, no sólo para entender la ciencia, sino también para entendernos a nosotros mismos.
El pensamiento hermético supone que todo en el universo está interconectado. Estas conexiones son tan íntimas, que lo que pasa en un rincón del universo repercute en otro, no importa que estén a distancias inconmensurables. Antes de desacreditar esta idea, detengámonos a pensar un poco. Es cierto que esa interconexión cósmica es la misma que “justifica” el exceso de los horóscopos, los cuales asumen que el movimiento de las estrellas condiciona lo que nos pasará en el día a día. No obstante, lo que promulgaban los herméticos no es muy distinto de lo que ocurre con las partículas de la luz cuando se separan y que puede ser el principio de la teletransportación futura.
Hay decenas de aplicaciones prácticas del hermetismo, muchas de ellas son identificadas como “magia”. Algunos de los pensadores renacentistas que hoy consideramos filósofos o literatos eran en realidad magos, como Marsilio Ficino, Pico Della Mirandola o Giordano Bruno.
Entre las cosas que esta doctrina prometía, se podía influir en las personas al grado de convencerlas de cosas que no querían hacer sin que ellos se dieran cuenta, algo parecido a lo que ocurre en la película Inception. De esta manera, se podría desde conseguir el amor hasta alcanzar la dominación política de todo un país.
Una de las aplicaciones mágicas más célebres del hermetismo consiste en dar vida a las estatuas. Según las leyendas, en el antiguo Egipto los magos eran capaces de introducir las almas de sus viejos faraones en los monumentos que construían para ellos. Esto se lograba, según el pensamiento hermético, porque las almas, cuando morimos, vagan por el universo. Si todo en el cosmos está conectado, es posible crear un enlace entre el alma de un difunto y la estatua que lo representa.
En el mundo moderno el hermetismo sobrevive de varias maneras. Entre las más populares se encuentran los horóscopos, los embrujos de amor, la lectura de cartas, etc. Pero también sobrevive en el arte (para algunos “dar vida a las estatuas” es el trabajo de los artistas, de un escultor capaz de convertir la roca en un milagro de belleza), en la política y en la publicidad (gracias al poder de “convencimiento” o manipulación que los magos decían tener). No sólo eso, el hermetismo también fue una voluntad de encontrar el conocimiento del universo. Con sus ideas sobre las conexiones del cosmos, bien podríamos decir que este pensamiento antecede a la física cuántica y a la astronomía moderna.