logo-codigo-espagueti

Díaz Ordaz contra Antonio Aguilar: la batalla por el alma de Emiliano Zapata

Esta es la historia de cómo Díaz Ordaz ordenó hacer la mejor película sobre Emiliano Zapata y luego casi le cuesta todo a su productor: Antonio Aguilar
emiliano zapata antonio aguilar pelicula 1970
(Producciones Águila)

El primero y más grande ídolo mexicano de la cinematografía mundial fue Francisco Villa. El Centauro del Norte despertó la curiosidad del público extranjero y por eso filmó un contrato de exclusividad con Mutual Film Corporation por 25 mil dólares, que obligaban al revolucionario a realizar sus batallas a la luz del día, para poder filmarlas claramente.

Contrario al revolucionario norteño, Emiliano Zapata escapó del ojo mecánico de las cámaras todo lo que pudo. Pese a que absolutamente todos sus movimientos fueron registrados por historiadores y cronistas, Zapata no figuró en el cine documental en su tiempo y, tras su muerte, su figura casi no se usó como personaje —a diferencia de Villa— en el cine mexicano, salvo un par de excepciones.

Cuando hablamos de Emiliano Zapata y el cine, el recuerdo de ese bodrio asqueroso filmado por Alfonso Arau en 2004 y protagonizado por Alejandro Fernández llega a la mente. Pero el Atila del Sur no siempre fue tan mal tratado en su país. De los tres largometrajes que se hicieron sobre Emiliano Zapata, el mejor se hizo en México gracias a Antonio Aguilar y Felipe Cazals. Sí, para sorpresa de todo el mundo, el hombre que popularizó la música de banda hizo una película que bien merece tener un filme propio sobre su manufactura.

La masacre de Tlatelolco tenía sólo un año de haber ocurrido, y el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz sugirió al encargado de la cinematografía nacional de la época, Emilio Rabasa, que se hiciera una película sobre el héroe mexicano.

Póster oficial de “Emiliano Zapata” 1970

Póster oficial de “Emiliano Zapata” 1970

El mismísimo presidente Díaz Ordaz se acercó al cantante, actor, productor cinematográfico y charro real, Tony Aguilar, para que hiciera la película. “Usted es el único hombre de a caballo que hay en el cine, un ranchero auténtico. Además, usted es hombre de la Revolución”, le dijo el presidente a don Antonio, para convencerlo de hacer el proyecto según recordó en una entrevista publicada en la revista Proceso en 1997.

Aguilar no sólo protagonizaría la cinta, también sería el productor. La dirección recayó en Felipe Cazals (por qué Tony quería un director “que no quisiera ni a su mamá”), pero después se daría cuenta que la inexperiencia de Cazals, en ese tiempo, le costaría caro.

“Por su inexperiencia se aventó 90 mil pies de película. Una película normal se lleva hora y media con nueve mil pies, entonces todo lo demás se tuvo que tirar. Tuve muchos problemas por su falta de experiencia en hacer películas de gran envergadura, no sabía de caballos, ni el manejo de la grúa Chapman de usos múltiples que se mete arriba en las ventanas, sale y hace giros de 360 grados” contó Aguilar y aseguraba que “Cazals padecía problemas psicológicos, trataba muy mal a los actores, les mentaba la madre, todo iba mal con él.

Emiliano Zapata de Antonio Aguilar

Still de Emiliano Zapata de Felipe Cazals

La historia se basó en la biografía Zapata y la Revolución Mexicana, del estadounidense John Womack Jr, que había entusiasmado al charro zacatecano porque estaba en medio de los que odiaban a Emiliano y los que le amaban.

Rabasa ofreció todo el “aliento” gubernamental para apoyar el proyecto. Dicho apoyo era los fondos del Banco Cinematográfico que dirigía Rabasa, y consistía en que la institución ponía el 85% del dinero para la película y el productor el 15%, al finalizar la grabación la obra pertenecía al productor.

El primer problema que enfrentó Aguilar con su película sobre Zapata es que quería hacerla bien y necesitaba un presupuesto de 12 millones y medio de pesos. Cantidad que significaba una fortuna para 1969 y aún ahora (en ese tiempo un dólar valía 12 pesos 50 centavos).

“¡Es carísima! –cuenta Tony que exclamó Rabasa– En México una película no pasa de cuatro (millones de pesos) y, además, ya no hay dinero para las grandes producciones de películas de aliento; pero no se preocupe, mientras usted filma acábese el millón y medio que tiene, y ya nosotros luego le conseguimos el dinero en Hacienda”.

Pero eso no pasó. Aguilar reveló que tuvo que hipotecar su rancho para que le prestaran 10 millones de pesos, que usó para terminar de filmar su proyecto. Luego, habló con la familia de Emiliano (para que le dieran permiso de usar el nombre de Zapata) y se puso a buscar locaciones en Morelos.

“Nos fuimos a Morelos, a Izúcar de Matamoros, a Chinameca y encontramos anuncios de Orange Crush y pósteres por todos lados. Así que lo que hice fue que la Presidencia Municipal me permitió en la toma de Cuautla hacer pedazos la plaza, con el tren de la época en vía angosta”, recuerda.

Díaz Ordaz le había dicho que fuera con el general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional para conseguir caballos, rifles e infantería, pero el general, literalmente, lo mandó a la chingada cuando mencionó al “General” Zapata.

“¿Y cuándo jijos de la chingada ese hijo de su chingada madre fue general? Ese cabrón fue correlón y correteaba por mil partes, debe hacer la vida de ese cabrón que está ahí. Era una foto de don Venustiano Carranza. Me salí con la cola entre las patas”, recordó Aguilar.

Aunque al final el general le ayudó, Aguilar tuvo que comprar la utilería de la película Soldier Blue (lonas, caballos disecados y armamento) y viajo a Estados Unidos a comprar “mil 500 calzones, mil 500 camisas, mil 500 sombreros, mil 500 pares de huaraches, mil 500 rifles, tres mil cananas para cruzarlas”.

Emiliano Zapata de Antonio Aguilar 2

Toma de Cuernavaca en Emiliano Zapata de Felipe Cazals

Como Tony Aguilar no era ni flaco ni moreno, se sometió a severas dietas y consumo de anfetaminas para bajar 16 kilos (según cuenta en la entrevista de 1997) para poder hacer el papel y lo logró.

El único dato mesiánico que podríamos mencionar de Emiliano Zapata, la película, fue la elección de la Actriz peruana Patricia Aspíllaga. Aguilar cuenta que probó a muchas actrices pero que ninguna entendía la importancia del caudillo suriano. “Patricia era una mujer muy preparada. Cuando la invité a mi estudio y vio el retrato (de Emiliano), se hincó. Me acerqué, y con los ojos con lágrimas me enseñó su piel erizada ‘Desde muy chica supe quién era El Caudillo’, me dijo llorando”.

Comenzó la filmación en Panavisión. 18 mil extras participaron en la película. Puede verse a todos en la escena de la toma de Cuernavaca, que no se filmó en el “lugar de la eterna primavera”, sino en la tierra de Antonio Aguilar: Zacatecas, en Veta Grande.

“¡Y con rifles, cañones, toda la historia muy bien llevada, muy bonita, todas las campesinas de los alrededores de Zacatecas, de Jerez, de Villanueva, de Río Grande, del cañón de Juchipila! Había gente de todos lados, o sea, con autenticidad y efectos especiales.”

La película de Cazals muestra a un Zapata calzonudo, vestido de manta, gruñón y desconfiado, uno más de la bola que sólo quiere trabajar y luchan por sus derechos. Es un caudillo humano, que tiene miedo pero que no se echa para atrás.

Uno de los cárteles promocionales de Emiliano Zapata la época, 1970

Uno de los cárteles promocionales de la época (1970)

Afortunadamente, el proyecto llamó la atención de 20th Century Fox. Robert Jacks, yerno de Darrul Zanuck, el entonces presidente de la compañía cinematográfica, vio algunos avances y le encantaron. Los gringos ofrecieron un millón de dólares para que Aguilar les cediera los derechos para distribuirla internacionalmente, cosa que esperanzó al productor frente a la tacañería del gobierno mexicano.

“La estábamos haciendo en Panavisión, tenía grúas Chapman, tenía todo lo que un productor de Hollywood podía pedir. Total, dije yo, ya estoy del otro lado. Conseguí 10 millones en Aceptaciones -empresa a la que le hipotecó su rancho- yo puse un millón y medio mío, ya son 11 y medio, me van a quedar un millón 700 mil para mí de un jalón ¡Ya la hice!”, contó en la entrevista.

Cuando terminó la filmación, Aguilar se fue a Hollywood sin Cazals, por sus “problemas psicologicos”. “Entre David Brereton (ganador del Oscar por su edición de Cabaret, con Liza Minelli) y yo hicimos la edición en tres meses de la película en Technicolor. No importaba cuánto me tardara, pos iba a recibir un millón de dólares”, señala Aguilar de algo que al final no pasó.

Emiliano Zapata de Antonio Aguilar

Muerte de Emiliano Zapata interpretado por Antonio Aguilar. Tras la censura, en 1987, usaron escenas de esta película para “Zapata en Chinameca” de Mario Hernández.

Regresó a México con 50 copias de la película, que eran muchas para la época. Gobernación pidió verla y le pasó tijera. Ordenaron a la producción eliminar doce escenas de Emiliano Zapata, y al final declararon a la película subversiva (porque la masacre del 68 todavía era muy reciente). Además, Díaz Ordaz ordenó que la película se estrenara (censurada) en los cines mexicanos que eran, de acuerdo al productor, “de barriada, de a peso”, y como la cinta había sido rodada en Panavisión, las copias se arruinaron.

“Me la censuró el licenciado Mario Moya Palencia, en 1969 subsecretario de Gobernación; y Rabasa en Cinematografía amenazó con encarcelarme si la exhibía en Estados Unidos. Una bala puede acabar con uno, pero a mí me asesinaron lentamente por incomprensión de la historia de México ¿Cómo decir que Zapata es subversivo? ¡No!, Zapata tenía un ideal, ¡Tierra y libertad! No lo comprendieron y me dejaron con mi deuda de 10 millones de pesos. Fue una de las decepciones más grandes de mi vida”

Con todo y amenaza, Antonio Aguilar se fue a Nueva York a presentar su corte de director.

“Yo estaba en el New York Hilton y me habla Anuar Badin, gerente de producción de Emiliano Zapata desde México y me dice: Ordena Cinematografía que si pasas la película a los señores de la 20th Centrury Fox, te meten a la cárcel y te la confiscan. Yo repuse: ¡Pues no me importa, que me la confisquen y que me metan a la cárcel! La vieron entre 40 y 43 personas en la sala de proyección de la 20th con Robert Jacks”

Fue un éxito. Le aplaudieron de pie. Un momento de gloria fugaz para el “charro de México”.

“Me paro frente a la pantalla y digo: Señores, lamentablemente les tengo que informar que el departamento de censura de México me ha exigido que le haga 12 cortes. Hubo un silencio. Salí, recogí mi copia Y al día siguiente, Robert Jacks me habló: Mira Tony, con cortes no hay película. Mi ilusión se la llevó el tren. No hubo trato y la oferta no se llevó a cabo. Llego a México endrogado. Me habían arruinado todo. Entró el gobierno del licenciado (Luis) Echeverría en el 70, y como había ordenado 50 copias, se exhibieron en los cines de México y algunas partes de provincia. Lógico, pos se echó a perder”

Años después, Aguilar le pidió al presidente López Portillo que le regresaran las partes que le habían censurado dos sexenios antes y que tenía la RTC. Regresaron todas las escenas, excepto una en la que Zapata zarandea a Madero, porque esa escena se quemó durante el incendio de la Cineteca Nacional del 24 de marzo de 1982. Ese día, durante 16 horas, las llamas consumieron 99 por ciento del archivo fílmico nacional y extranjero que resguardaba la institución, cuya dirección en ese momento estaba a cargo de Margarita López Portillo, hermana del presidente.

Así fue como por fin, tras 12 años de estar enlatada, la película de Emiliano Zapata fue estrenada (casi) completa y sin censura.

Portada de la versión alemana del DVD de Emiliano Zapata.

Portada de la versión alemana del DVD de Emiliano Zapata.

ANUNCIO
logo-menu-codigo-espagueti