Un 26 de septiembre de 1986 Konami lanzaría al mercado Castlevania y con ello el mundo de los videojuegos daría un paso en su evolución. 35 años después de su estreno, los gamers tenemos experiencias más sofisticadas y complejas como Dark Souls o retos que requieren una coordinación sin igual entre habilidades motoras y procesamiento de datos en tiempo real como con los juegos competitivos online. Siendo un sujeto que se considera “medianamente bueno” jugando, creí inocentemente que podría pasarme el Castlevania de 1986 en una tarde. Fallé muy a mi pesar y esta es mi crónica.
El aniversario 35 del juego era la oportunidad perfecta para intentar el reto. Jugué el título cuando era niño y hasta que no volví a él casi 18 años después, me di cuenta de dos amargas cosas. La primera era que los corazones que tomas en toda la aventura no eran “vida” sino municiones para la segunda arma y la segunda fue que, tristemente, nunca terminé el juego. Por alguna extraña razón, la versión de Castlevania que yo jugué a los 8 años solo te dejaba llegar hasta el segundo jefe. Pasé mi vida adulta creyendo que me había acabado el juego original y me regodeaba de ello. En realidad mi cartucho estaba defectuoso. Mi vida era una mentira.
Dios sabe que intente acabar Castlevania | Imagen: Konami
Encendí mi emulador, el corazón me latió más rápido y me dispuse a pasar la primera aventura de Simon Belmont, con todo y sus radiantes pixeles y su látigo destroza criaturas. Morí muchas veces, me desesperé, renuncié, me recuperé, me sequé las lágrimas, morí de nuevo y lo volví a dejar. Está bien. No tiene nada de malo admitirlo. Castlevania me venció en el cuarto nivel cuando me llovieron simios repartidos por aves. Si hubiese tenido un control, ese control hubiese volado por los aires ante la humillante derrota.
He aquí donde murieron los ánimos de este redactor | Imagen: Konami
Resulta que el peor enemigo en Castlevania no eran sus monstruos, sino sus escenarios llenos de pixeles y paleta de color cálida. Hablo de esos condenados huecos en el piso, paredes, plataformas movibles y los proyectiles que siempre venían de lugares que uno no esperaba. Me refiero por supuesto al tercer escenario, ese simplemente quebró mi espíritu y mermó el avance.
Los niveles estaban en tu contra y las criaturas hostiles solo obedecían una instrucción: acabar contigo. Te terminaban apaleando y tú solo estabas tratando de llegar del punto A al punto B. Castlevania no era un juego para quien buscaba relajarse, sino para aquellos en busca de forjarse un nombre a costa de sudor y sangre.
El nivel de los cráneos que lanzaban fuego simplemente me quebró | Imagen: Konami
Hay que aceptar que el juego te desesperaba más de lo que te entretenía. Si lo recuerdas con cariño, debes de ser un sujeto con tendencias masoquistas. Está bien, lo comprendemos. Pero, por mucho que odie la experiencia frustrante del Castlevania de 1986, poder volver a sentir esa alegría al vencer al jefe y escuchar la música victoriosa hizo que todo valiera la pena. Venciste, pese a que de verdad el juego quería que perdieras. ¿Recuerdas esa expresión que dice “ya pasamos lo difícil, falta lo más cabrón”? Bueno, en Castlevania aplicaba a la perfección.
Eso sí, el soundtrack es una delicia. La primera canción que escuchas en el juego se llama Vampire Killer y consigue sumergirte plenamente en esa aventura macabra y épica. Los videojuegos por aquel entonces todavía eran predominantemente para niños, pero aquí en Castlevania nos parábamos en un castillo de horror… es decir ¡Los jefes eran los monstruos clásicos de la literatura gótica! y la música siempre te lo recordó.
Castlevania 1986: Un reto para mentes más fuertes
¿Hubo quien se acabó el Castlevania original de niño? Yo no conozco a nadie, pero si hay alguien por ahí con aquella medalla, que me diga para invitarle una cerveza. Castlevania de 1986 es una experiencia traumática, no hay duda de ello, pero forzaba al jugador a poner en práctica la paciencia, la coordinación motora y el trabajo bajo presión. Era un reto que requería un serio compromiso hasta espiritual. Debes aprenderte los niveles, las rutinas de las criaturas y los movimientos de los jefes. Hay demasiadas muertes de por medio y muchos nos quedamos en el camino rumbo a Drácula. Sin embargo, quizá mañana con más tiempo, con más ganas, lo logremos.
La pantalla final que nunca he podido presenciar | Imagen: Especial
El primer Castlevania no es necesariamente EL JUEGO que creó el subgénero del Metroidvania, porque es un título lineal y sin mucho argumento, pero fue el título que inició la mitología de los Belmont y todo el culto a ellos.
Castlevania es una franquicia de 35 años y hay literalmente decenas de juegos que la conforman. Debes tener alguno como tu favorito y probablemente este de 1986 no lo sea. El mío tampoco lo es. Este título requiere de una especie singular de gamer, uno que ya no es tan común en estos días… Aquel legendario jugador que no se desespera, con alta tolerancia a la frustración y con espíritu inquebrantable, incorruptible.
Deberías intentar el reto, acaba el primer Castlevania… hazlo por su cumpleaños número 35.