Una investigación de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha descubierto un reloj biológico en el ADN que permite conocer la edad que tienen tejidos, células y órganos. El hallazgo puede ser importante para la elaboración de futuros tratamientos que combatan el envejecimiento, el cáncer y otras enfermedades.
A pesar de que envejecer es algo completamente natural, la mayoría de las personas se niegan a pasar por este proceso, algunos intentan combatir la degradación del cuerpo vistiendo ropa más juvenil, conservando la actitud que tenían a los 15 años, a pesar de ya pintar canas, transformándose en los cada vez más en expansión, chavorucos, y otros tantos se someten a tratamientos estéticos que disimulen el paso de los años.
Ante esta obsesión del ser humano por oponerse al envejecimiento, diversas investigaciones científicas se han abocado a entender el proceso para poder encontrar formas de retrasarlo. En este sentido, un estudio de la UCLA, ha revelado que en nuestro genoma existe un reloj biológico escondido. El hallazgo podría ayudar a entender más el envejecimiento, y proporcionar información para disminuirlo.
De acuerdo con el director del proyecto, Steve Horvath, su investigación ha descubierto un reloj interno localizado en el ADN en cada organismo vivo, mismo que es capaz de medir con precisión la edad de diversos órganos, tejidos y tipos de células. Con lo que se concluiría que los tejidos humanos de una persona no envejecen a la par que sus demás órganos, algunas partes tienden a volverse viejas más rápido que otras. Por ejemplo, los senos de las mujeres, que, de acuerdo con la investigación, tienden a desarrollarse, madurar y envejecer mucho más rápido que otras partes del cuerpo.
En relación con lo anterior, Horvath dice que:
“El tejido mamario es alrededor de entre dos y tres años más viejo que el resto del organismo de las mujeres. En el caso de las pacientes con cáncer de mama, el tejido sano próximo al tumor es de, en promedio, 12 años mayor que el del resto de su cuerpo”.
Estos resultados podrían explicar por qué el cáncer de mama es el más común entre las mujeres. En cuanto al tejido tumoral, el estudio ha revelado que éste tiene como promedio 36 años más que el tejido sano.
Horvath también ha descubierto que el ritmo del reloj se acelera o se ralentiza en función de la edad de cada persona.
“Su ritmo no es constante. Hace tictac mucho más rápido cuando nacemos y cuando pasamos de la infancia a la adolescencia; y se ralentiza cuando cumplimos 20 años”.