Reseña: Camino a Marte – Un pésimo título para una película que vale la pena
Cuando uno ve el tráiler o lee la sinopsis de Camino a Marte es casi imposible dejar a un lado la pretención y no pensar: “claro, es una copia descarada de Hombre Mirando a Sureste” o “es como ese drama en la que Kevin Spacey es un extraterrestre”. Pero lo cierto, y hay que decirlo de una vez, es que Camino a Marte no es una mala película; al contrario, aviva una llamada sobre el género en México que venía copiando los modelos más mediocres de las comedias norteamericanas, con todo y Cómo ser un Latin Lover de Derbez. Quiero decir que la comedia mexicana venía en franca devaluación (como el peso) y, esta película, viene a refrescar un poco el género.
Aquí Tessa Ia encarna a Emilia, una joven que tiene una enfermedad terminal y se fuga del hospital donde está internada con ayuda de Violeta (Camila Sodi), su mejor amiga, para emprender un viaje a la playa de Balandra en Baja California Sur. En el camino conocen a Mark (Luis Gerardo Méndez), quien asegura no ser de este planeta y venir a la Tierra con la misión de verificar el fin de la humanidad, que ocurrirá a partir de un huracán que arrasará con todo. Esa es la sinopsis de la película: no hay hilos negros, ni nada que descubrir.
Lo que sí hay que celebrar es que el director, Humberto Hinojosa (I Hate Love, Oveja Negra), atina en conducir una trama pausada en donde los picos narrativos armonizan con la cinematografía de la película. Y esto no es poca cosa, sobre todo cuando se trata de una comedia. Además, la película se soporta sobre los andamios de la fotografía de Guillermo Garza, quien construye una composición preciosista que destaca por el uso de luz natural durante toda la filmación.
Ni tanto que queme al santo, ni poco que no lo alumbre
Seamos claros. No habría que considerar Camino a Marte como una propuesta realmente innovadora del cine mexicano. El guión por momentos cojea y parece sostenerse a través de las muletas de la cursilería. Y es que, si bien aquí Luis Gerardo Méndez deja de ser Javi Noble y actúa con decoro, lo cierto es que sus diálogos parecen inventados por la ordinariez chaira del mismísimo León Larregui. Más bien se trata de un tipo de drama-comedia que el cine nacional se ha atrevido a explorar muy poco en los últimos años.
Al tratarse de una road movie, no sólo se puede conseguir una buena fotografía, el mismo motor que anima este tipo de películas es un recurso que siempre brinda al argumento la posibilidad de que los personajes se descubran así mismo, al tiempo que conocen el paisaje que los acompaña. Y, en el mejor de los casos, ese paisaje refleja el estado anímico de los protagonistas… pero este no es el caso. Hinojosa no nos lleva ahí y es difícil dilucidar, también, si esa es su intención.
Por otro lado, la película parece escrita para que, si leíste a Jack Kerouac y vives en la colonia Roma de la Ciudad de México, entonces puedas llegar a “conclusiones profundas” que la carretera te va enseñando. Me refiero a ese atajo fácil de construir una historia en apariencia perspicaz, para un público en apariencia inteligente. Pero precisamente cuando Camino a Marte se aleja de este tipo de pretensiones, los aciertos de Hinojosa aparecen retratando una sencilla aventura romántica juvenil.
Emilia y la muerte
La película abunda en lugares comunes y muchas veces el contrato de credibilidad con el espectador parece romperse (sobre todo cuando descubres que Camila Sodi están encarnando a una preparatoriana que está a punto de entrar a la universidad). Sin embargo, lo interesante en el guión es que aunque desde el inicio sabemos que el viaje iniciático de Emilia sólo la llevará a morir, esa conclusión es un asunto que le corresponde develar al espectador. O como diría Michel Onfray: “Siempre se camina hacia el final, el que no existe”.
Que si el personaje de Tessa Ia muere o no en la película, poco importa, porque lo más interesante es esa sencilla reflexión sobre el albedrío y la posibilidad de libertad de elegir el final que cada uno quiere para sí.
Contar con una enfermedad terminal, es el motor que invita a Emlia a partir al encuentro del mundo que se presenta de manera molecular resumido en la playa de Balandra y lo confronta con el universo más amplio e inhóspito que se le devela como un simulacro (el mundo de los hospitales, de las llamadas al teléfono por parte de sus padres). Al final, Emilia se deleita, busca, persigue, caza y asecha lo real bajo la forma de lo irreal: Mike, el extraterrestre.
Un pésimo título para una película que vale la pena
Pero hasta ahí. Ponerle a tu película Camino a Marte, es insultar la inteligencia del espectador. El evidente juego entre el camino que lleva al planeta rojo y el camino que lleva al amor se presta a pensar que Humberto Hinojosa se está burlando de nosotros, en el mejor de los casos. En el peor, lo emparenta a ese tipo de comedia mexicana de la que hablábamos al principio. Ni siquiera como estrategia mercadológica parece funcionar. Sólo me hace recordar aquellos nombres de cafés, revistas y centros culturales con nombres como Expres-arte. Así de obvio y así se soso.
Camino a Marte es una película para pasar un buen rato en el cine, sentirte identificado con la intención de alguno de los personajes y, si eres demasiado sensible a este tipo de temáticas románticas, sacar una o dos lagrimitas. En fin, se trata de un buen filme, con un título que parece sacado de una telenovela.
Lo bueno
- Es una comedia romántica atípica para el cine mexicano comercial de los últimos años.
- La fotografía es el gran recurso sobre el que sostiene la mayor parte del tiempo la película.
- El guión es coherente cuando se trata de presentar a Luis Gerardo Méndez como un marciano, siempre y cuando no hable.
- La película reflexiona un poco sobre el libre albedrío.
Lo malo
- El título.
- Los recursos narrativos se vuelven limitados después de cierto punto.
- La cursilería demerita un trabajo que pudo haber sido más profundo.
- Por momentos se pierden los pactos de credibilidad.
- Hacia el final, la se descuida un poco la fotografía.
- Parece una película hecha para hipsters pretensiosos en algunos momentos.
- El acento norteño de Camila Sodi, así como su actuación, son tan malos como pegarle a un perro frente a la Sociedad Protectora de Animales.
Veredicto
Camino a Marte puede ser una buena opción para pasar un rato agradable en el cine, siempre y cuando vayas con la premisa de que se trata de una película mexicana singular que compite con un género utilizando estrategias comerciales de una manera más fresca que el común denominador del género. En cuanto a la ciencia ficción, se trata de un recurso que el director utiliza para contar su historia y pasa a segundo plano frente a los momentos más dramáticos y cómicos del filme.

Título: Camino a Marte.
Duración: 94 minutos.
Director: Humberto Hinojosa.
Guión: Anton Goenechea, Humberto Hinojosa.
Fotografía Guillermo Garza Morales.
Elenco: Camila Sodi, Tessa Ia, Luis Gerardo Méndez, Rodrigo Corea, Andrés Almeida.
País: México.
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