El género de terror siempre genera debate: “Qué hueva de película, no dio miedo”, “Qué aburrida”, “Es pura sangre”. Sin embargo, parece que en los últimos años, el cine mainstream de terror podría tener un giro. El año pasado pudimos ver The Babadook –cinta australiana, pero muy popular en Estados Unidos– e It Follows, dos películas que destacaron por no ser gratuitas con los recursos del género como lo son otras. Particularmente, It Follows es un recordatorio de que no es lo mismo el cine de terror que el cine screamer, donde bien te pueden espantar pero en realidad no se siente miedo.
¿Qué tienen en común It Follows y The Witch? Ambas son películas realizadas por directores “jóvenes”. It Follows es la segunda cinta de David Robert Mitchell, mientras que Robert Eggers debuta como director con The Witch. Y parece que en Estados Unidos, mientras tenemos a productores como Jason Blum haciendo películas de terror con recursos “baratos” y trillados (Ouija, Insidious 3, The Gallows, Sinister 2…), directores como estos dos quieren retomar elementos más clásicos del género e historias más consistentes que simplemente entretener –y capitalizar– a una audiencia con ruidos y brincos tan predecibles como gastados.
The Witch como un repaso del terror

Lo verdaderamente aterrador nace de lo siniestro, y eso es lo que Eggers trata de encarnar en su opera prima.
En una ocasión le comentaron a Eggers que su película es más bien suspenso sobrenatural, a lo que él respondió que estaba bien, que si es así “entonces Edgar Allan Poe no escribió terror.” Es una respuesta atrevida, dado que Poe es una de las figuras más importantes de la ficción de terror. Sin embargo puede que, por más falta de modestia que tenga, Eggers esté en lo correcto.
¿Qué es el terror? Pues definitivamente no es algo que te haga brincar. Eso es que te espanten y es muy distinto. Que te aturdan con ruidos intensos o imágenes burdas de seres obviamente espantosos tampoco es terror. Lo verdaderamente aterrador nace de lo siniestro, y eso es lo que Eggers trata de encarnar en su opera prima.
Ahora, para que algo sea siniestro, entran en juego dos factores: lo familiar y lo desconocido, por lo que nos tenemos que preguntar: ¿hasta dónde desconocemos algo y en qué momento puede dejar de serlo? O mejor dicho ¿hasta dónde conocemos algo y cuándo empezamos a desconocerlo?

No es el cine de terror al que estamos acostumbrados.
Ahí se encuentra lo verdaderamente siniestro y es lo que solemos hallar en las historias de terror clásicas: Corazón Delator de Poe, Otra Vuelta de Tuerca de Henry James, El Loco de Maupassant, o incluso Psycho de Hitchcock y The Thing de John Carpenter, donde lo que sentimos sobre un elemento o personaje se tuerce hasta que se convierte en una amenaza. Y esto lo podemos encontrar en la obra con la que Eggers se presenta como director de cine.
The Witch es una película de terror como la encontraríamos en lo más clásico. No es el cine de al que estamos acostumbrados. Incluso algunos dirán que no es ni siquiera una película del género, pero no pueden negar que es una historia de terror.
El cine nos cuenta historias

Grabado del siglo XIX sobre la quema de una bruja.
The VVitch: A New England Folktale (título original) es una cinta que nos traslada a Nueva Inglaterra, a los tiempos de las trece colonias. Si bien es una época de la cual nuestro imaginario nos puede llevar desde las imágenes creadas por Terrence Malick en The New World –de conquistas y guerras con nativos–, hasta trabajos como The Last of the Mohicans, Eggers aprovechó los oscuros registros históricos y relatos que existen de esa época sobre la cacería de brujas para contarnos una historia de lo siniestro en los hombres de aquellos tiempos, pero que bien podemos reconocer que perduran como parte de nuestra naturaleza. El director no cuenta una historia de aventura o heroísmo, sino del fanatismo, el pudor, la ignorancia, la ingenuidad y el final de la inocencia.
Se nos arroja a la película con la expulsión de una familia de un plantío colonial, cuando todavía existía cierta convivencia entre los nativos y los ingleses. Esta es acusada de fanatismo y no tiene lugar en la comunidad, a la cual, en contraparte, se le acusa –por parte del jefe de esta familia– de ignorar la palabra de Dios. Así, la familia de William (Ralph Ineson) encuentra un nuevo hogar a las afueras de un bosque. Con su mujer, Katherine (Kate Dickie), se dedicarán a convertir esa nueva parcela en un hogar para ellos y sus cinco hijos: Thomasin (Anya Taylor-Joy), Caleb (Harvey Scrimshaw), los gemelos Mercy (Ellie Grainger) y Jonas (Lucas Dawson) y el recién nacido, Samuel (Axtun Dube).
Pero, como la historia de Adán y Eva, esta familia es arrojada a un mundo desconocido, donde parece que sus pecados serán castigados por una fuerza superior. En los primeros días de invierno –no es spoiler, es parte de la sinopsis– Samuel es secuestrado por una bruja mientras Thomasin lo cuidaba. Es en ese momento en que todo se detona, pues el dolor y el miedo llegan al nuevo hogar de la familia de William. Así, todos los actos de cada uno de los miembros se empiezan a torcer en la psicología de los demás.

Eggers, en efecto, nos hace desconocer a lo que nos había dejado acercarnos.
Es importante reconocer que a pesar de ser una familia tradicional y con una fuerte carga religiosa, todos los personajes demuestran el cariño que uno sabe que hay en una familia: Caleb y Thomasin se cuidan. Los gemelos, inocentes por su edad, como gemelos, son inseparables y tienen su propio mundo. Por último, Kate y William son dos padres que cuidan, educan y quieren a sus hijos como a ellos mismo.
Es justamente por eso que la historia puede dar pie a “una verdadera historia de terror”. Esta familia, entendemos en el inicio –y no se pierde a lo largo de la historia–, se conoce y se quiere, pero, como ocurre en cuentos como los que mencioné de Poe o Maupassant, e incluso películas como The Invasion of the Body Snatchers, existe el detonante de un desconocimiento entre los integrantes de la familia: la bruja. Sólo los espectadores estamos verdaderamente seguros de la existencia de este personaje, por lo que, para la familia, bien podría no haber existido. Conforme la historia va avanzando, la imaginación de los personajes comienza a cuestionar lo que conocen de los demás, al punto en donde esto deriva en desconfianza y miedo, incluso los espectadores podemos caer en los mismos cuestionamientos que hacen los personajes de los demás: “¿Será que han sido encantados?” o “¿Estarán ciegos o descarrilados en duda por algún hechizo?” Eggers, en efecto, nos hace desconocer a lo que nos había dejado acercarnos.
Es este fanatismo, esta represión y culpa arraigada en la tradición de las familias como la de William se manifiestan en la locura –y pecados– que quiere consumir a la familia. Thomasin abusa de su inteligencia, y al mismo tiempo que se está convirtiendo en una mujer, su juventud, belleza y rebeldía se transforman en una amenaza al pudor de la familia. Y es que parece que Eggers, detrás de todo, nos quiere contar a través de Caleb una historia de la inocencia, pues él y Thomasin, están ante la entrada a la vida adulta, donde aparecen a montones las tentaciones más castigadas por su religión. Así, un niño en su despertar sexual y una joven mujer se convierten en presa fácil de la ignorancia e ingenuidad de dos padres supersticiosos, capaces de creer la palabra otros sin siquiera dar espacio a un cuestionamiento. Hay que recordar que una época donde queman mujeres por ser acusadas de brujería es una manifestación de la ignorancia, la verdadera raíz del miedo.
Lento pero seguro

Los únicos momentos donde esta monotonía de un color tan desesperanzador se rompe, son sólo para alumbrar aquello que reconocemos como extraño, amenazante.
Como esta crisis comienza desde los primeros minutos de la película, la sensación, la tensión de que algo está pasando y los personajes ignoran sólo crece y crece. Esto en gran medida también es gracias a dos factores: la música y la ambientación. El invierno se avecina cuando la crisis comienza. Esta familia vive acechada por el miedo a las aflicciones de esta temporada, que no es raro que se utilice como preludio simbólico de muerte y oscuridad. Si algo no se le puede desacreditar a Eggers es ese tono cenizo que domina toda la película, y es que los únicos momentos donde esta monotonía de un color tan desesperanzador se rompe, son sólo para alumbrar aquello que reconocemos como extraño, amenazante. Así, ese mismo tono árido lo encontramos en la música de Mark Korven, que, con sus cuerdas, voces y silencios, pareciera que pacientemente busca inquietarnos sin tener que violentarnos en ningún momento.
Pero esos no son los dos factores esenciales para que esta película sea la obra de terror que es. Incluso, de cierto modo y por más admirables que sean, son dos recursos obvios que constantemente nos recuerdan que estamos viendo una película del género. La esencia del terror en The Witch se encuentra la historia. No les contaré lo que ocurre –aunque no es muy difícil imaginar a grandes rasgos–, lo que sí puedo hacer es decirles que la anécdota es en su naturaleza provoca el miedo. Es una que, sí, constantemente nos tensa por los recursos cinematográficos que aprovecha, pero es por la consistencia con la que se construye que se hace creíble y entera: que a fin de cuentas es lo esencial en una película. The Witch es un recordatorio de que finalmente, una película de terror, como obra cinematográfica, a pesar del miedo, el clímax y los recursos, es la narración de una historia.
Lo bueno
- Es una película que mantiene constantemente la tensión en el espectador.
- Nos recuerda que en el cine del género, la historia es tan importante como el terror.
- Como opera prima de Eggers, podría ser el anuncio de una gran carrera cinematográfica.
- La música y la ambientación de la cinta generan la tensión y el tono adecuado.
Lo malo
- Carece de sustos, que podría ser lo que algunos buscan en el género.
- Todavía, como cine de terror, es una cinta con elementos que nos recuerdan que obviamente debemos de tener miedo.
Veredicto
Robert Eggers se luce con este estupendo trabajo cinematográfico, el cual es un esfuerzo por crear una auténtica historia de su género, tratando de descartar lo más barato que el terror hoy usa para cautivar a las audiencias. A pesar de que a mucha gente le parece aburrida, es un acercamiento a una obra de calidad, que no se compromete a ser complaciente con la audiencia.
The Witch es una cinta que, si tienen la disposición, los cautivará con una historia que, lejos de espantarlos, verdaderamente los tendrá temiendo por el desarrollo del argumento, así por cómo van lidiando con la situación los personajes de una familia con la que podemos sentir una cercanía y al mismo tiempo una preocupación.
No me queda más que recomendarles ver esta cinta si lo que buscan es ver una película bien lograda. Aunque, por supuesto, divertirse viendo cine de terror es totalmente normal, por lo que esta cinta entonces no será lo suyo.

Título: The VVitch: A New-England Folktale.
Duración: 92 min.
Director: Robert Eggers.
Elenco: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw.
País: Estados Unidos.