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Reseña: Aladdin — No nos lleva a un mundo ideal

| 23 de mayo de 2019
Aladdin de Guy Ritchie es mejor de lo que vimos en el tráiler, pero no aporta mucho más a este clásico de los 90s.

Es difícil hacer reseñas de los remakes live action de Disney sin compararlos inmediatamente con sus contrapartes animadas. Por lo menos hasta ahora, ninguna de las nuevas versiones (The Jungle Book, Dumbo, The Beauty and The Beast) ha superado a su versión animada. Y ciertamente Aladdin no es la excepción.

Eso sí, el tráiler que vimos no le hace justicia al producto final, que tiene muy buenas intenciones, pero que, salvo algunas ideas metidas con calzador y algunos cambios, no es más que un colorido copy/paste, que actualiza algunos de sus mensajes de la cinta para ir con los nuevos tiempos.

La historia tan familiar y el CGI espeluznante

Aladdin

(Disney)

Si conocen -como suponemos- el clásico animado de Walt Disney  de 1992, estás más que familiarizado con la historia de esta versión dirigida por Guy Ritchie. La trama se desarrolla en un reino del Medio Oriente llamado Agrabah, donde el amigable ladrón sin hogar Aladdin (Mena Masud) tiene que aventurarse en una cueva misteriosa para recuperar una lámpara maravillosa que oculta en su interior un Genio (Will Smith) que concede deseos, y  hay una princesa bella, llamada Jasmine ( Naomi Scott) de la que está perdidamente enamorado. Y una vez más, una villano terrible, llamado Jafar (Marwen Kenzari) que quiere el poder, y la lámpara maravillosa, para él. En la superficie, al menos, poco ha cambiado entre las versiones original y remake.

Las nuevas cualidades de la nueva versión de Aladdin giran principalmente en torno al uso de CGI. Es decir,  Aladdin todavía tiene un amigo mono llamado Abu, el tigre Rajah sigue siendo la mascota de Jasmine.  Jafar tiene su loro Iago y, por supuesto, está el Genio con todo su ingenio mágico y su alfombra voladora. Pero donde la animación dibujada a mano una vez fue capaz de darles vida con fluidez y destreza, sus contrapartes computarizadas se ven poco naturales y forzadas.

A lo largo de Aladdin, existe la desafortunada sensación de que las capacidades supuestamente liberadoras de los efectos informáticos, termina por servir como limitaciones a esta historia fantástica. Al igual que en la película de 1992, hay varias canciones, con la balada romántica  A Whole New World cantada por Aladdin y Jasmine, siendo clave mientras viajan en la alfombra mágica voladora a través de varios lugares memorables del mundo. Pero esta versión se siente algo vacía debido a los inevitables efectos en la pantalla verde. Es difícil dejarse llevar por una fantasía romántica cuando la acción carece de sentimiento de sorpresa, de maravilla. Simplemente nos sirve como un recordatorio de la rapidez con que la fantasía se evapora.

Will Smith, tan enérgico y divertido como en sus mejores momentos, no es capaz de superar la sensación intensamente espeluznante de que la versión CGI del Genio simplemente no se ve bien. Cuando el Genio se transforma en un humano, todo está bien. Pero cuando está en su versión CGI, el efecto resulta incómodo. Pero eso no es culpa de Smith, quien, para sorpresa de muchos y a pesar de los efectos especiales, es uno de los grandes aciertos de la película.

El Genio, la rata callejera y la princesa como contraste a un villano insípido

Aladdin-Trailer-Extendido-Live-Action

(Disney)


Uno de los grandes méritos de este reparto esta en que Will Smith decide hacer SU versión del Genio y no ser una imitación de lo que logró Robin Williams en su momento. El Genio del fallecido comediante es icónico, así que Smith entendió que nunca iba a poder a igualarlo, mucho menos superarlo, por lo que nos entrega a un Genio que tiene el carisma del Príncipe del Rap.

Quizás inevitablemente, el carisma de Smith termine eclipsando al protagonista. El Aladdin de Massoud es bastante tímido y brilla más en sus escenas cómicas como el Príncipe Ali, haciendo el ridículo en su intento por cortejar a la Princesa Jasmine, mientras encuentra formas nuevas y dolorosas de estropear todos sus esfuerzos.

La única área que se siente como una clara mejora con respecto a la versión animada es la caracterización de Jasmine de Naomi Scott, hasta el punto en que a veces la película parece más interesada en su historia que la de Aladdin. La princesa se siente como algo más que un simple premio que se tiene que ganar el protagonista, con ambiciones mucho más interesantes. Scott le da al personaje una dignidad y un impulso que hace que sea más fácil alentarla a ella que el pobre Aladdin. Tanto el arco de Jasmine como el del Genio son novedades interesantes, considerando que el de Aladdin se siente aburrido.

Y ese probablemente sea otro inconveniente de esta versión de Aladdin: no se tomo el riesgo de hacer ajustes al arco de nuestro protagonista y está bastante cerca de la versión de 1992. El hecho de que la mayoría de los giros de la historia permanezcan intactos nos hace sentir que es una oportunidad perdida para explotar el potencial de esta versión.

Si bien, los nuevos personajes de Nasim Pedrad y Billy Magnusson terminan siendo confiables para darnos una que otra carcajada, el Jafar de Marwan Kenzari es una decepción. Más allá de su discurso sobre odiar el segundo lugar, nunca está muy claro por qué Jafar está planeando robar el trono del Sultán, más allá del hecho de que es malvado. El Jafar de 1992 tenía una verdadera maldad y oscuridad en  él, pero Kenzari lo intercambia por una lujuria de poder espeluznante y mal definida que nunca emociona realmente. Ni siquiera entendemos por qué es un obstáculo entre Aladdin y Jasmine.

El mensaje metido con calzador

(Disney)

Como decíamos, a Jasmine le dieron un arco más interesante y buscaron ajustar su discurso al siglo XXI. Es decir, tratan de convertirla en un símbolo del empoderamiento femenino. La canción Speechless, un tema nuevo para esta versión de Aladdin, se siente forzada y carente de toda sutileza. La interpretación de Scott es poderosa, pero el género de la canción y el momento que eligieron para incluirla no fluye con naturalidad. Parece que no encontraron otra situación mejor y la colocaron ahí para no dejarla fuera.

Y no es que el mensaje éste mal, pero los resultados de la decisión de Jasmine ya empoderada no cambia en nada al desenlace que ya conocíamos en la versión anterior. Toda su lucha por ser escuchada y tomada en cuenta, tiene como resultado el final que nos sabemos de memoria.

Si Ritchie había apostado para irse por ese camino, debió haberse lanzado de lleno y no dejarlo a medias, presentar una evolución más firme del personaje. Y esa es la sensación que nos queda de Aladdin, que hubo un gran potencial que se quedó a medias.

(Disney)

Lo bueno
  • La actuación de Will Smith.
  • Los números musicales.
  • El arco de Jasmine previo a Speechless.
  • El arco del Genio.
  • Aladdin como el Príncipe Ali.
  • El humor y la entrega de los chistes.
Lo malo
  • El CGI le resta magia a un mundo fantástico.
  • El empoderamiento forzado de Jasmine.
  • El mensaje de empoderamiento a medias.
  • No se nos olvida que detrás de la acción hay una pantalla verde.
  • Jafar es insípido.
  • Se siente larga.

Veredicto

(Disney)

Esta versión de Aladdin padece de lo mismo que las otras versiones live action de los clásicos animados: no terminan de ir más allá y se quedan casi a medias entre el original y las novedades que buscan brindarnos. Ritchie tuvo buenas intenciones, pero no trascendieron. Eso sí, Will Smith hace un buen trabajo como el Genio, Scott es una actriz para seguir en futuros proyectos y Masud hace lo necesario para que esta versión sea entretenida y poco más.

Título: Aladdin.

Duración: 128 min.

Director: Guy Ritchie.

Elenco: Will Smith, Mena Massoud, Naomi Scott, Marwan Kenzari, Navid Negahban, Nasim Pedrad, Billy Magnussen.

País: Estados Unidos.

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