Reseña: Mother! – Una bella cinta llena de banalidades
Muchos han alabado la nueva película de Darren Aronofsky. Muchos, también, salieron mentando madres del cine. Jennifer Lawrence, metiéndose en el debate entre Cinemascore (que le puso la peor nota) y Rotten Tomatoes (que le puso una nota aceptable), dice que con esta cinta no hay punto medio: te maravilla o te encabrona, pero nunca te deja indiferente.
Conmigo el caso es distinto. No digo que la cinta me haya dejado indiferente (rara vez una película lo hace), pero esta cinta no me maravilló y tampoco me encabronó.
Esta película me parece un enorme logro técnico, una proeza de ambición y un gran despliegue de capacidad de un director con confianza plena en su obra. Al mismo tiempo, su locura alegórica me pareció algo mucho menos interesante: entre las múltiples interpretaciones que me sugirió la cinta ninguna me parece apasionante, inteligente o novedosa.
Para no quemarle la película a aquellos que no la han visto, voy a limitarme a hacer una crítica superficial sin cavar en las entrañas de este delirio (pronto, en otro artículo, voy a hablar de las posibles interpretaciones). Ahí ustedes dirán qué pensaron de la cinta… yo, por lo pronto, quiero explicarles qué me gustó y qué me mató de flojera en esta extrañísima y polémica locura.
Sentido primero
Mother! se centra en la relación de dos personajes: Él (Javier Bardem), un poeta de relativo éxito que no ha podido escribir una sola palabra en mucho tiempo y madre (Jennifer Lawrence), su fiel esposa que dedica los días a reconstruir una hermosa casa en medio de un bosque aislado.
Al parecer, la casa se quemó en un incendio en el que Él perdió absolutamente todo salvo un frágil cristal que rescató de las cenizas. Como una muestra de amor, madre ha levantado, cacho a cacho toda la construcción para volver a formar un hogar.
Todo parece monótonamente agradable hasta que suena la puerta y entra el hombre (Ed Harris) en sus vidas. Se trata de un doctor que se encuentra en los parajes para acabar una investigación importante. Él, desesperado por la frustración de no poder escribir, parece apreciar el cambio en la rutina y recibe a el hombre con efusividad. Lo invita, incluso, a quedarse en la casa por tiempo indefinido sin consultarlo con madre.
Pronto, esta presencia se duplica y comienza a ser cada vez más violenta e intrusiva cuando llega la mujer (Michelle Pfeiffer), esposa de el hombre. La presencia de los esposos atrae a sus dos hijos que, en una disputa absurda, terminan golpeándose a muerte. El hijo mayor mata al hijo menor y queda marcado en la frente.

La trama es solamente una impresión superficial de una película meticulosamente cargada de símbolos y correspondencias.
Las constantes intromisiones tensan la situación de la pareja hasta que madre enfrenta a Él, harta de su permisividad con los extraños. El arrebato de ira conyugal termina en sexo de reconciliación, el embarazo de madre y el desbloqueo artístico de Él.
Ahora, totalmente liberado de sus trabas, Él empieza a escribir un poema magnífico que le crea nuevo renombre. De pronto, empiezan a llegar alabanzas y fanáticos de todas partes, invadiendo con violencia el hogar de la pareja. Y todo degenera hacia un final cada vez más delirante, simbólico y brutal.
Con esta sinopsis he revelado algunos detalles de la trama pero, no se preocupen, porque no les he dicho nada. Esto es solamente una impresión superficial de una película meticulosamente cargada de símbolos y correspondencias. Para decir, en verdad, de qué trata Mother! hay que escarbar en sus entrañas y frustrarse entre sus delirantes interpretaciones.
Lectura técnica
Cuando hizo Pi, Aronofsky desplegó con una virtuosidad sorprendente muchas de sus obsesiones técnicas. Ahí vimos un despliegue increíblemente bien enmarcado de cámaras subjetivas, planos cerradísimos, montaje de velocidad violenta y una edición de sonido impecable y compleja.
Estas obsesiones técnicas de Aronofsky se mezclan muy bien con sus fines temáticos. Porque sus películas son, en general, exploraciones psicológicas de personajes al borde del colapso mental. Nadie se escapa: ni los genios creativos (matemático, bailarina, luchador, cirujano), ni los iluminados religiosos, ni los drogadictos soñadores. El uso de la edición de sonido, el montaje violento y los planos cercanos crean una sensación de introspección en la vida sensorial de sus personajes. Y, mientras ellos enloquecen, nosotros somos los espectadores privilegiados de un proceso que, desde afuera, se siente dolorosamente cercano.
La efectividad de estos juegos técnicos varía, claro, entre cada una de las siete películas del director estadounidense. Y también varía la efectividad del argumento. Algunas de sus cintas son simplemente geniales, directas, brutales (Pi y The Wrestler), otras son innecesariamente morales y azotadas (Noah, Black Swan y Requiem for a Dream) y otras se deschavetan completamente en las obsesiones personales del director (The Fountain y, justamente, Mother!).

Fuera de los pastelazos de computadora y las grandilocuencias ridículas hay cosas visualmente impactantes.
En The Fountain y Mother!, Aronofsky explora sus propios demonios en cuestiones creativas y religiosas. Las dos películas son delirios alegóricos sobre el significado de la vida y la fuerza inmanente de la creación; las dos películas abusan, por momentos, de un estilo visual grandilocuente y, en mi opinión, agotador.
Pero en Mother!, fuera de los pastelazos de computadora y las grandilocuencias ridículas hay cosas visualmente impactantes. Es una cinta filmada en 16 mm y el granulado de la imagen es increíble. Filmar en película no es nada más un enorme riesgo y una inversión considerable, sino que representa una apuesta hermosa: la fotografía debe cuidarse con enorme precisión, todo tiene una idea de manufactura y el resultado puede ser injustamente decepcionante. Aquí la apuesta rinde frutos con creces: ésta es una cinta hermosa e intrépidamente filmada.
A Aronofsky no le bastó filmar en 16 mm sino que se puso otras limitaciones arbitrarias –y, si seguimos a Kenneth Goldsmith, estas limitaciones arbitrarias se convierten en una forma de libertad creativa. Así, la cinta está centrada en el personaje de madre y Aronofsky se encargó de que lo sintiéramos. Todas las tomas están enfocadas en Jennifer Lawrence: son tracking shots, o están encima de su hombro, o son emplazadas desde su punto de vista. El efecto es sutil pero poderoso y, cuando la cinta degenera al final, la desesperación subjetiva es impactante.

Todas las tomas están enfocadas en Jennifer Lawrence: son tracking shots, o están encima de su hombro, o son emplazadas desde su punto de vista.
Además, Aronofsky decidió volarse la barda y desechar todo el score que Johan Johansson (Arrival) había compuesto para la película. En vez de música, toda la construcción obsesiva e inquieta de la cinta se hace a través de los ruidos que crea la casa misma, un ente vivo que respira, siente y se construye como personaje.
En ésta, su séptima cinta, Aronofsky muestra también una enorme confianza como director. No nada más por la forma en que maneja la tensión emocional de sus actores sino en la realización de una idea personal y tremendamente ambiciosa. En ese sentido, la interpretación de un guión sólido muestra una singular fuerza creativa del joven director.
No son enchiladas y, en esto, no puedo negar mi admiración por la manufactura de Mother! El problema que tengo con esta cinta no va, en ningún momento, por ahí. De hecho, creo que respeto mucho esta película, al mismo tiempo que me produce una enorme flojera. Porque el estilo de Aronofsky, por más virtuoso que sea, no me gusta; y porque, finalmente, lo que quiere mostrar con esta cinta me parece poco apelativo, redundante y lejano.
Lectura alegórica
Una de las formas de lectura teológica de la Biblia es la lectura alegórica. Y, en esta cinta, Aronofsky se obsesionó con la fuerza de las alegorías bíblicas.
Pero, ¿qué es una alegoría?
Una alegoría es una historia que tiene, en sí misma, una lectura sencilla pero que, en otro nivel, puede interpretarse simbólicamente y querer decir otra cosa. Una estatua de una señora medio desnuda con los ojos vendados y sosteniendo una balanza puede ser vista en sentido literal como la estatua de una señora medio desnuda con los ojos vendados y sosteniendo una balanza… o puede ser vista, alegóricamente, como la encarnación de la Justicia.

Fuera de toda lectura más o menos literal que se pueda hacer de la cinta, Aronofsky quiere vertirse en un marco muchísimo más amplio y ambicioso.
En este sentido, la cinta de Aronofsky puede leerse como una cinta sobre las relaciones afectivas de un artista y la violenta fuerza que todo aniquila en el camino ególatra de su creación. Así, ésta sería una cinta exagerada, dramática, grandilocuente pero de lectura más o menos sencilla y directa.
Sin embargo, Aronofsky apunta constantemente a otras lecturas. Porque en esta película vemos intensos remanente bíblicos y mensajes ecológicos. Además de que, como habrán notado, ningún personaje tiene nombre. El hecho de que los personajes sean identificados como figuras apunta inmediatamente a la construcción alegórica. El zorro es inteligente, el lobo es voraz, el cuervo es vanidoso, el león es valiente… Aquí tenemos a el hombre, la mujer, madre, el portador de copas, el heraldo, Él…
Todo esto nos indica, con creces, que fuera de toda lectura más o menos literal que se pueda hacer de la cinta, Aronofsky quiere vertirse en un marco muchísimo más amplio y ambicioso. Y todas las lecturas alegóricas de Mother! apuntan a un relato que quiere implicar los pormenores personales de la vida artística con el principio de la creación y el fin siempre cíclico del universo.

Aronofsky equipara la fuerza destructiva del ego del poeta con una idea cíclica de la creación divina.
A través de un cuento alegórico que retoma diferentes episodios bíblicos, Aronofsky relaciona al dios creador judeocristiano con el poeta que forma mundos con la palabra. La idea no es, por supuesto, nueva. De hecho, éste es un tema recurrente en las obsesiones de Aronofsky. Es el tema principal, por ejemplo, en la creación de un mundo antes del mundo en Noah; y es parte de las obsesiones creativas de Pi, Black Swan y The Wrestler en las que vemos al artista obsesionado con su obra, al punto de la autodestrucción.
Sin embargo, aquí el director lleva sus traumas a la máxima locura. Porque en Mother! Aronofsky equipara la fuerza destructiva del ego del poeta con una idea cíclica de la creación divina: Dios crea para que lo alaben, lo amen, lo adulen hasta que sus seguidores, en un impulso muy humano de amor y destrucción, acaban con el mundo. Y el ciclo recomienza, una y otra vez, en la idea de un eterno regreso al génesis. Dios, a pesar de que sufre y destruye todo lo que llega a amarlo, no puede evitar recomenzar de nuevo volver a destruirlo todo. Igual que el artista, Dios no tiene otra opción más que seguir creando.
Si Terrence Malick utilizó el big bang para hablar de la tragedia familiar en The Tree of Life, Aronofsky utiliza el génesis bíblico para representar su propio proceso creativo. Y, por más que éste sea un retrato despiadado y horrendo del artista trabajando, sigue haciendo referencia a una vieja imagen romántica del autor que resulta en adulación propia. Porque todo parece una justificación de la soledad del artista masculino que, necesariamente, consume a los que lo rodean para entregarse al eterno ciclo necesario de la creación. Como Dios, el artista no puede evitar crear… y ser un patán mientras lo hace.
Esta idea del autor, ya sea que se construya como crítica, como adulación o como reflexión de mera observación, es una de esas típicas masturbaciones sobre la creatividad culposa que mezcla de forma particular la culpa cristiana y el éxito mundano. Es una realización original –no lo dudo– pero estos argumentos son ya viejos y los hemos visto con creadores que van desde Charlie Kaufman hasta M. Knight Shyamalan, pasando por Woody Allen.
La alegoría de Mother! es interesante, maravillosamente realizada e impactante. Pero no puedo evitar decir que me da una enorme y profunda flojera por la figura del artista con la que Aronofsky, muy personalmente, se identifica. Claro, hay muchas otras interpretaciones. Pero el papel central de la idea de Dios, de la culpa cristiana y del arte como creación de mundos nos muestra que este director quiso hacer una confesión.
Lo que me causa tanta pereza es que esta confesión habla de la irreversibilidad de sus pecados y la culpa que los acompañan. Y ni la mocha concepción del azote creativo, ni la forma insidiosa en que Aronofsky se equipara a Dios me parecen muy atractivas.
Pero, ¿qué puedo decir?, Supongo que cada quién se redime con un Cristo a la medida.
Lo bueno
- La increíble fotografía de Matthew Libatique (Iron Man).
- Las tomas subjetivas e inmersivas de Aronofsky.
- La dirección apasionada.
- Las actuaciones.
- Michelle Pfeiffer.
- Michelle Pfeiffer de nuevo.
- La increíble calidad sonora de la cinta.
- La lectura ecológica, que puede ser interesante.
Lo malo
- La banalidad de la auto adulación de Aronofsky.
- Que puede ser desesperante.
- Que los efectos de computadora nunca han sido el fuerte de Aronofsky.
- Que esa casa no existe.
- Que no necesitamos otro cuento sobre autores exitosos que se sienten culpables de sus millones.
Veredicto
Mother! es un trabajo de impecable manufactura. Bien filmada, bien dirigida, bien construida sonoramente. Es un proyecto pasional y apasionado en el que se siente la violencia creativa de un autor maduro. Al mismo tiempo, este autor tiene obsesiones particulares con su propia grandeza y la culpa judeocristiana que, en lo personal, me dan muchísima flojera. Eso no quiere decir que no pueda ser apelativo para otras personas o que no pueda, de alguna forma, crear nuevas lecturas. Sin duda, esta cinta es un gesto valiente en el árido panorama de Hollywood. Pero creo no necesitamos echarle muchas flores: Aronofsky, al parecer, ya se quiere demasiado.

Título: Mother!
Duración: 121 minutos.
Director: Darren Aronofsky.
Elenco: Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris, Michelle Pfeiffer, Domhnall Gleeson.
País: Estados Unidos.