Reseña: Assassin’s Creed Valhalla – el juego que revivió mis esperanzas en la saga
Assasin’s Creed Valhalla es el segundo título de esta que parece ser la tercera etapa de la franquicia. Después de AC Odissey, ACV retoma el centro de una cultura particular con un enfoque mucho más atropológico que de ficción y el resultado es igual de bueno, igual de divertido y igual de satisfactorio.

Ubisoft
Realmente considero que la historia de la campaña de Assassin’s Creed Valhalla es una que merece la pena descubrirse y experimentarse en primer plano, así que salvo algunos detalles superficiales y menores, no habrá spoilers dentro de esta reseña. Todo estará limitado a aspectos técnicos, de jugabilidad y de fundamento del juego, pero por si acaso:
El mundo
La construcción del mundo en Assassin’s Creed Valhalla es obsesiva hasta un punto enfermizo. No solo porque las gráficas, que están a la altura de un título AAA del género y, además, en camino hacia la nueva generación, sino también porque la necesidad para este título fue realizar una aproximación menos fetichista hacia la cultura nórdica y vikinga.
Los detalles de la construcción de este mundo no están solamente en sus fondos y paisajes, que de por sí son extremadamente buenos, sino también a la forma en que Eivor interactua con sus entornos, que están llenos de mucho más que solo sangre, hachas e hidromiel.
El mundo de este AC está repleto de los detalles no contados de la cultura vikinga, en las que la poesía, la religión, la ciencia, la navegación y lo lúdico tenían un gran peso. Esto, por supuesto, me sorprendió gratamente, porque mi escepticismo estaba fuertemente asentado en que aunque hay historiadores y antropólogos trabajando con Ubisoft ahora, también están los guionistas de Vikings, una serie de acción que retrata a los escandinavos como una sociedad y cultura dedicada única y exclusivamente a la adoración de la violencia, el saqueo y el caos. Que sí, bueno, los vikingos tenían todo eso, pero nunca ha sido lo único dentro de su cultura.
Afortunadamente, en Assassin’s Creed Valhalla podrás ver a los vikingos desde una óptica mucho menos fetichista y cliché, para poder descubrir sus símbolos, su organización política, el ritual detrás del saqueo, su conocimiento del mar y la navegación y todo aquello que existe más allá de lo que la cultura popular quiere vender de ellos.
Las mecánicas
Aquí no hay gran secreto. Assassin’s Creed siempre se ha distinguido por sus mecánicas de sigilo y combate y en Valhalla estamos frente a más de lo mismo. Digo esto no como una crítica sino como un acierto. Las mecánicas esta vez se adaptan a las armas que se utilizaban entre las diferentes sociedades vikingas, principalmente las hachas, los escudos y los arcos y flechas.
Asimismo, tenemos mecánicas complementarias como el poder ver el cielo junto a uno de nuestros cuervos aliados, que por alguna razón siempre están puestos y dispuestos a echar un ojo por nosotros. Esto hace aún más importante el diseño del mapa y el renderizado de texturas y geometrías constantes.
Este no es un juego que vaya a freír tu tarjeta gráfica, tu procesador o tu PC, pero sí le dará batalla. En tanto a Xbox y PlayStation, para la generación pasada la optimización es suficiente para alcanzar los 30 fps con muchos sacrificios, y en la nueva 60 fps con algunos problemas de optimización en cargas de texturas, que se notan lentas, cuando la promesa es que eso no sucedería. Sin embargo, esto no tiene un efecto negativo en ninguna de las mecánicas y las formas del juego al interior del título. Es solamente un aspecto gráfico pobre que, por ahora, consideremos que se trata de la falta de optimización y no un problema de hardware en las nuevas consolas.
Existen también minijuegos y otras cuantas opciones alternativas que están, más que nada, en la movilidad y en las misiones complementarias del juego. Assassin’s Creed está lleno de detalles increíbles que nos dejan una experiencia completa que está lejos de la línea central del juego. Hay una gran noción de libertad y exploración que hace gratificante dejarle todas las horas al juego.

Ubisoft
El sustento histórico y antropológico
En este apartado permíteme ponerme algo exquisito, porque no es un detalle menor, al menos en mi opinión. Existen formas muy concretas de entender las culturas escandinavas que, coloquialmente, conocemos como vikingas y todas ellas están atravesadas por la cultura popular, que, por supuesto, están escritas a través de los ojos de la historia británica, víctimas de siglos de dominación vikinga.
Evidentemente, existe un aura mágica y casi ritual de lo que es ser un vikingo y por más que Assassin’s Creed Valhalla quiera desprenderse de ello, termina siempre por caer en los clichés que, no dudo nadita, vengan de los guionistas de Vikings negociando con los historiadores y antropólogos que participaron para darle rigurosidad a esta historia.
Aunque sí encontramos una forma mucho menos cliché de entender a esta cultura, no podemos zafarnos o sacudirnos de el estereotipo vikingo que, por cierto, es ahora solamente un símbolo idealizado de una cultura extinta como grupo social.
En Assassin’s Creed Valhalla podemos hallar algunas de sus formas menos estandarizadas, es cierto, pero tampoco estamos olvidando a grandes rasgos que el juego no puede ser una fantasía historiográfica. Este es un juego que aporta a las masas y que busca atraer al pequeño Juanito que tal vez cree que los vikingos fueron todos Thor blandiendo un martillo sobre la cabeza de tanto fulano se le cruzara encima.
Celebro el compromiso de Ubisoft por buscar que esto fuera diferente y, al mismo tiempo, entiendo la necesidad de conservar ciertos aspectos no respetuosos de la cultura escandinava. Finalmente, este apartado me dejó una sensación agridulce, pero también una satisfacción importante en cuanto se trata a lo que viene para esta franquicia, que ha dejado de lado las ficciones dicotómicas nacidas del dominio de la cultura popular, para adentrarse más en una exploración real de los universos que plantea.
Lo bueno
- Gráficos
- Mecánicas pulidas
- Construcción del mundo
- Sistema de mejora
- Historia
- Misiones secundarias
- Libertad del mundo
- Minijuegos
- Sistema de combate
Lo malo
- Optimización
- Sin doblaje latino
- Los clichés
Veredicto
Assassin’s Creed Valhalla revivió mi interés en esta franquicia que, como muchos, comencé con mucha emoción bajo la piel de Altair o Ezio. Es cierto que Ubisoft ha hecho de esta una de las sagas más longevas, pero también con más baches de todo su catálogo.
Llegó un momento en que el pretexto del animus y la sociedad de asesinos se desgastó, pero junto con Odissey, Valhalla retomó las riendas sin tener que forzar todo el pasado. Ahora, el animus y las memoria genética tienen un sentido en tanto que son parte de su extensísimo lore, pero no afectan ni entorpecen la jugabilidad para todos aquellos que se distanciaron o, simplemente, están entrando a su primer Assassin’s Creed.
Eivor, ya sea como personaje femenino o masculino, es igual de entrañable y no deja de ser importantísimo darle oportunidad a los jugadores de elegir un protagonista con quién identificarse. Porque sí, por más que exista una necesidad de apego histórico, ya sea por capricho del fandom o por rigurosidad, la ficción que permite un juego es la de ser parte de una historia que se te cuenta para descubrir o encontrar lo que buscan los desarrolladores, guionistas, productores y demás gente involucrada en el proyecto.
Para mí, este es el Assassin’s Creed que me regresó la emoción de jugar a esta franquicia y de seguir la saga nuevamente, porque todo en él está bien concretado, e incluso los errores se compensan, cosa que en la etapa anterior del juego no sucedía.
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