Reseña- Malasaña 32: Un jump scare español que no le pide nada a Hollywood
Una familia de pueblo decide escapar de la tranquilidad del campo para mejorar su estilo de vida y termina enfrentándose a los departamentos malditos de la gran capital, con sus poltergeist, fantasmas japoneses, trastornos del habla, exorcismos, embarazos no deseados, hermanos que bajan novias, el padre loco que tienes que cargar de un lado a otro y el peor terror de todos: Una puta deuda del banco.
Con esto podríamos reseñar más o menos todo lo que pasa en Malasaña 32, pero lo cierto es que pasa mucho más (pero no podríamos hablar de ello, porque sería quemarles la película y este es el primer párrafo de la reseña/opinión).
En Malasaña 32, Albert Pintó (Matar a Dios) logra usar dignamente – de algún modo – la tan gastada herramienta del jump scare y cuenta una historia local, muy bien ambientada, que oprime el corazón y hace reír al espectador a un buen ritmo, con un par de giros interesante en la trama que es, sobre todo, muy entretenida.
A continuación vamos a hablar de la película sin un solo spoiler importante, así que sean libres de leerla.

(Warner Bros. Pictures España)
¿Qué puede salir mal?
Manolo (Iván Marcos) y Candela (Beatriz Segura) se instalan en el madrileño barrio de Malasaña, a finales de la década de 1970, junto a sus dos hijos adolescentes: la soñadora Amparo (Begoña Vargas), el tartamudo Pepe (Sergio Castellanos), el pequeño obsesionado de los trompos Rafael (Iván Renedo), y el senil abuelo Fermín (José Luis de Madariaga). La vida en el pueblo ya no era sostenible por que los chismes que pesaban sobre la familia ya eran muchos.
Los chismes eran producidos por un terrible secreto: Los hijos mayores de la familia no eran de Manolo. ¿Por qué importa esto? Bueno, si la gente que se siente española y que vive en la ciudad de Puebla (México) no tolera este tipo de prácticas pues imagínense a los españoles de verdad… Y con dejos de franquismo.
El punto es que mandan todo a la mierda, venden sus pocas cosas, consiguen una hipoteca de por vida, dos seguros de vida y se mudan a Madrid, donde apenas se instalan en el departamento del tercer piso de la calle Malasaña 32 los niños y el abuelo comienzan a ser acosados por una presencia que quiere llevarlos a no sé dónde y hacerles no sé qué, mientras mamá y papá se van a trabajar porque deben pagar la hipoteca.
A partir de este momento se les irá la vida entre susto y susto, el trabajo, más sustos, superar las ganas de regresarse al pueblo por tanto susto y no poder no porque no tengan miedo del fantasma sino porque les da más miedo el banco, el abuelo loco, la Amparo triste y loca, el Pepe desempleado, triste y cachondo y el Rafael, asustado, loco y secuestrado.
En otras palabras: Malasaña 32 trata sobre la vida cotidiana de una familia pobre que emigra.

(Warner Bros. Pictures España)
Yo soy aquel
Cualquier película que muestre escenas de terror o drama mientras suena una canción de Julio Iglesias o Raphael es digna de verse y adorarse. Para nuestra fortuna Malasaña 32 es esa película. La historia bebe directamente de los grandes clásicos del cine de terror de los setenta y ochenta, toma prestados varios elementos del cine japonés de los 90 y los mezcla en con una historia regional, nutrida de cientos de modismos y miedos españoles, para entregarnos algo que si bien no es único y original, si es muy digno y refrescante.
La ambientación del Madrid post franquista es pulcra, aunque no abundante en escenarios. Pintó logra convertir un departamento común y corriente en una presencia, alejando la luz de los lugares malditos y conservando la luz en los momentos de vida cotidiana, porque si algo hay que destacar de esta historia es la cotidianidad con la que se desarrolla.
La cercanía que tenemos con los personajes cuando, a pesar de la tragedia, saben que tienen que ir a trabajar porque hay que pagar la casa y son pobres, es apabullante. En este sentido, la música es fundamental. Marca la pauta para el drama, la tensión y el suspenso de forma correcta desde el primer minuto de la cinta.
Esta versión de Poltergeist ibérica no tiene un panteón indio bajo el edificio (eso lo vinieron a sembrar al otro lado del planeta los culeros), pero sí tiene un atroz crimen humanitario como origen del mal. Y eso marca una pauta interesante y pocas veces vista en el género (como, por ahí, en las aventuras españolas de Del Toro).
El espectro de la ultraderecha aparece de repente de forma violenta e inesperada en la historia creando una bestia rencorosa que es víctima y victimario, lo cual representa la extraña forma en que los españoles lidian con su pasado.

(Warner Bros. Pictures España)
Lo bueno
- Un espectro singular.
- Un guión propositivo y coherente.
- Música precisa.
- Ambientación pulcra.
- Buenas actuaciones de los personajes principales.
- Por fin alguien reza el Padre. Nuestro sin que se sienta como una clase de religión.
- La lectura política.
- La representación de lo cotidiano.
Lo malo
- Los personajes secundarios no están bien trabajados.
- El final horrible.

(Warner Bros. Pictures España)
Veredicto
Aunque esta película obedece a una moda, sobresale por sus buenas intenciones, la solidez de sus personajes, el origen de su “villano” y los giros de su historia. En términos generales tiene un buen guion y una manufactura que funciona muy bien aunque, en el fondo, sabemos que quiere ser la nueva Amityville o Juegos Diabólicos.
Se arriesgan en introducir cosas que desencajan con la temática visual de la película, como el uso de títeres que aparecen en la tele, el uso descarado de dobles de un género diferente, el uso de música de la época en momentos de terror y todo esto funciona bien, aunque no sin algunas risas involuntarias de por medio.
Desgraciadamente, la película adolece de lo mismo que muchas de su género: Un final digno. Aunque la cinta tiene varios picos altos en su trama, la resolución llega abrupta y torpemente y el final promete una secuela que puede o no ser otra maldición.
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