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Reseña: Entre la Razón y la Locura — El proyecto fallido de Mel Gibson

| 16 de marzo de 2019
Mel Gibson y Sean Penn estelarizan este filme que utiliza al Diccionario de Oxford como pretexto para contar una historia de telenovela.

Una de las últimas cosas que podríamos imaginar es que la concepción del diccionario Oxford podría haber inspirado una película. Pero en el caso de The Professor and The Madman, —que en nuestra tierras se llama Entre la Razón y la Locura—, el diccionario es sólo el pretexto para contar una historia que pretende ser más profunda y compleja, pero que termina fracasando en su intento. El resultado es un filme con tintes de telenovela que, seguramente, no era lo que Mel Gibson tenía planeado para un proyecto que le llevó 20 años llevar a la pantalla grande.

De la novela al cine

Esta historia está basada en la novela The Surgeon of Crowthorne, de Simon Wichester, y Mel Gibson dedicó 20 años de su vida en adaptarla para convertirla en un guión de cine. Con la idea de producirla y estelarizarla él mismo, en 2015 llegó a un acuerdo de producción con Voltage Pictures. 

La película se rodó a fines de 2016, con Gibson interpretando al profesor y Sean Penn en el papel de loco. Pero, al final de la producción, el rodaje se detuvo cuando Gibson y el director Farhad Safinia insistieron en que ciertas escenas se rodaran en Oxford, Inglaterra, en lugar de en el Trinity College de Dublín. El director general de Voltage, Nicolas Chartier, se negó, argumentando que la película ya había superado el presupuesto y estaba retrasada. Los esfuerzos para resolver el conflicto fracasaron, y Gibson y Safinia abandonaron la producción, de acuerdo con los documentos legales.

La compañía de Gibson, Icon Productions, demandó a Voltage el año pasado, alegando que la compañía había renunciado a su acuerdo al negarse a permitir que Safinia completara la película. Gibson también trató de impedir que Chartier estrenara la película de Voltage. La respuesta del estudio fue afirmar que el corte de Safinia duraba dos horas y 40 minutos, más del tiempo de ejecución de dos horas establecido en el acuerdo entre las partes. El productor también afirmó que filmar las escenas adicionales en Oxford habría agregado 20 minutos al tiempo de ejecución, además de aumentar el presupuesto en 2.5 millones de dólares.

Icon Productions y Voltage se enfrascaron en una batalla legal que dejó al filme congelado más de dos años, hasta que, en junio del año pasado, un juez falló a favor de Voltage, lo que implica que la película que vemos en la pantalla no es la edición que Gibson y Safina tenían en mente,, sino un corte de la productora que intenta ser comercial. Es por eso que P.B. Sherman aparece con el crédito de director, en lugar de Safina.

Lo anterior es relevante porque el resultado final seguramente hubiera sido diferente de haber seguido Gibson en el proyecto. Tal vez hubiéramos visto algo menos mediocre. Algo que no tuviera un tufo a telenovela.

El Profesor y el Loco

The Professor and The Madman aborda la vida de dos personajes dispares, cuyas vidas se ven entrelazadas gracias a la pasión por las palabras. Ubicada en el siglo XIX, cuenta como fue la compilación de palabras para elaborar el tan conocido diccionario Oxford. El diccionario fue el proyecto de la vida de James Murray, interpretado por Mel Gibson. El escocés, a pesar de no tener los blasones académicos, tenía el conocimiento, pero sobre todo, la pasión y la determinación para embarcarse en una labor de es naturaleza.

Por su parte, el personaje de Sean Penn, el Dr. W.C. Minor, es un estadounidense al que el destino llevó a Inglaterra y cuya locura tuvo consecuencias nefastas, que lo llevan a ser encerrado en un manicomio de Berkishire. Encerrado, se entera del proyecto de Murray y decide colaborar, aportando el análisis y estudio de más de 10,000 palabras.

Para la sorpresa de Murray, descubre la verdad sobre Minor, lo que da pie a una lucha por darle el crédito que merece, mientras que el doctor se va hundiendo cada vez más y más en el pozo oscuro de su locura.

De la pasión por las palabras…

El filme comienza con la expectativa de ver como es que confluirán la historia de Murray y la de Minor. Parece que sus mundos son distantes y no hay manera que sus órbitas los acerquen. No obstante, cuando Murray lanza la petición de ayuda a la población angloparlante a cooperar con la investigación del origen y la evolución de las palabras, Minor, desde su confinamiento, terminó por convertirse en su aliado más poderoso. 

La concepción de esta relación es la parte más interesante de toda la película. La dinámica de la relación epistolar que establecen, mientras enriquecen la letra A del diccionario de Oxford, lo que logran plasmar de manera adecuada es la pasión que ambos personajes sienten por las palabras, por la lingüística, por la literatura. Además que ilustra de manera clara como es la titánica labor de crear algo que para nosotros es tan común, como el diccionario.

Y es también cuando vemos las mejores actuaciones del filme. Si bien, Sean Penn vuelve a recurrir al recurso de mascullar para lograr transmitir el tormento perenne en el que vive Minor. Por su parte, Gibson se transformar en Murray, agobiado pero con la voluntad inquebrantable de poder cumplir con su labor, mientras que sortea con las dificultades de tramas sibilinas que planean atentar contra su proyecto.

Pero, cuando creemos que el filme va a despegar, éste se queda en el intento. Porque justo es cuando se vuelve claro que el diccionario es sólo un pretexto para contar otra historia más profunda: la culpa por los pecados de guerra, la búsqueda de redención y la imposibilidad de saberse perdonar a uno mismo. Esta ambición es la que termina por condenar a The Professor and The Madman al fracaso.

…a una conclusión de telenovela

Al intentar abordar la desesperación de Minor al afrontar las consecuencias de sus actos, los ecos de su locura y los efectos del tratamiento psiquiátrico al que se ve sometido, el argumento deja claro que hubo tres guionistas que intervinieron en la elaboración del guión. Nunca logran transmitir realmente el horror de semejantes procedimientos, la actuación de Sean Penn no es que sea mala, pero no logra despertar la empatía en el espectador por los sufrimientos del doctor.

El diccionario, al pasar a un segundo plano, convierte a James Murray en un hombre que dedica su tiempo a buscar ayudar a Minor, dejando de lado el proyecto que le ha costado tiempo con su familia y que lo tiene en el punto de mira de sus enemigos en Oxford. Algo que trata de ensalzar valores como el de la amistad, pero que termina por ser incoherente, considerando que previamente, Murray había permitió un sacrificio de un gran amigo casi sin pestañear, aún cuando eso tenía un alto precio para él.

Como colofón, la resolución a todos los conflictos es algo digno de una telenovela: inverosímil y cursi.

Lo bueno
  • La premisa de contar la historia de la concepción del diccionario
  • Las actuaciones de Natalie Dormer, Steve Coogan, y, por momentos, Sean Penn
  • La ambientación
  • La edición ayuda a mejorar la historia
  • La música coopera a dar más tensión a las escenas
Lo malo
  • El guión
  • Se nota en exceso que hubo disputas de producción
  • La resolución de los conflictos es absurda
  • La toma de decisiones de los personajes es incoherente
  • El final es demasiado inverosímil y cursi
Veredicto

The Professor and The Madman tiene toda la razón de tener el título que tiene en español: Entre la Razón y la Locura. Porque la razón de inicio del filme, termina por convertirse en una locura incoherente, sosa, cursi e ilógica. Lo que prometía como una historia de pasión por las palabras, termina por ser un débil intento de buscar impactar al espectador con la frágil lucha por la expiación de Minor, con Murray como su apoyo. Nunca termina por despegar y, en su intento, termina por convertir el sueño de Mel Gibson en un proyecto fallido.

Título: The Professor And The Madman

Duración: 124 minutos

Director: P.B. Shemran

Elenco: Mel Gibson, Sean Penn, Natalie Dormer, Eddie Marsan

País: Estados Unidos / Irlanda

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