Monjas crían achoques (pequeños anfibios parientes de los ajolotes) en su monasterio, luego de que diversos factores propiciaran una drástica baja en su población. Además de las monótonas labores religiosas, las monjas del monasterio de María inmaculada de la salud de Pátzcuaro, en el estado de Michoacán, dedican una parte de su jornada a la cría y reproducción del achoque. El anfibio de color verde oscuro comparte con el ajolote la asombrosa capacidad de regenerar sus tejidos en un tiempo relativamente corto. De acuerdo con National Geographic, los achoques podría extinguirse en los próximos 20 o 30 años.
Desde hace unos años las monjas y los pobladores de la región observaron que disminuía la cantidad de achoques en el lago de Pátzcuaro, el único lugar en el que viven de forma natural estos anfibios. Según autoridades de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), tanto la contaminación del lago como la introducción de especies invasoras (como la carpa) han causado casi la extinción de la Ambystoma dumerilii. Ante esta situación las monjas sintieron que debían hacer algo para rescatarlo. Una de las religiosas comenta al respecto que “por justicia con la naturaleza empezamos a trabajar en el rescate de la especie.”
Pero, además de criarlos, las monjas aprovechan el achoque para preparar jarabes y alimentos. El jarabe tiene propiedades medicinales que supuestamente ayudan a combatir la gripe, y se vende hasta por 10 dólares en el mercado. Por otro lado, siguiendo la tradición de los pobladores de las cercanías del lago de Pátzcuaro, las monjas también preparan sopa de achoque. También, comenta una de las religiosas, donan algunos especímenes a universidades, pues el achoque es utilizado en la investigación de la reproducción del tejido humano.
Según autoridades de la Conabio la granja de achoques administrada por las monjas representa una de las mejores opciones para la conservación de esta especie, ya que su población en estado natural disminuye progresivamente.
