Reseña – Oaxacalifornia: El Regreso, un ejercicio de memoria lleno de nostalgia

Trisha Ziff es una documentalista inglesa que por alguna extraña razón ha sentido una magnética inclinación por la cultura mexicana, y eso se ha visto reflejado en su trabajo. En su haber, hallamos títulos como Una maleta mexicana, o el esplendoroso metraje El hombre que vio demasiado (el homenaje más bello que se le pudo haber hecho a Enrique Metinides). Ahora nos vemos complacidos con la llegada de su documental Oaxacalifornia: El Regreso, la secuela de una película filmada hace un par de décadas que seguía de cerca las peripecias de una familia de migrantes oaxaqueños en la ciudad de Los Angeles.

Oaxacalifornia: El Regreso, fija su lente nuevamente en esta familia, mostrándonos los cambios que el tiempo y el mismísimo espacio han impuesto sobre ellos. En este sentido, el filme no solo se impone como un documento de microhistoria que señala un proceso mucho más grande y complejo, sino que también funciona como una cápsula de tiempo que, más allá de conmover al espectador, permitirá a la familia retratada indagar en sus propios orígenes, y por ende, reflexionar sobre su propia identidad.

Imagen: Berlin Films, Wabi Productions

El tiempo y la memoria

Uno de los aspectos más interesantes del documental es que constantemente contrasta el tiempo presente con el pasado mediante el ensamblaje de fragmentos de la primera película. De esta manera, podemos ver al patriarca de los Mejía mencionar en la década de los 90 que, aunque ha llegado a los Estados Unidos, su intención es regresar a su tierra natal en México. Varias décadas después podemos ver al mismo hombre renuente a dejar los Estados Unidos, pues como si fuera un tule, ha extendido sus raíces en los niveles más profundos del suelo. Podría dejar esa tierra, pero atrás dejaría todo lo que ha construido, su misma familia.

Imagen: Berlin Films, Wabi Productions

De esta manera, en la cinta se nos van presentando distintos tópicos: el paso del tiempo y su efecto sobre la memoria, la nostalgia, la identidad, la familia, e incluso temas como el racismo y la inclusión. Es decir, que conceptualmente es una obra que entrega mucho al espectador, y lo mejor de todo es que esta no es su única virtud, pues visualmente puede llegar a ser un verdadero agasajo.

Como si fuera un slice of life o un relato costumbrista filtrado por el ojo de la posmodernidad, Oaxacalifornia: El Regreso nos permite observar el día a día de la familia Mejía mediante una visión pulida en el apartado estético. Cada cuadro podría perfectamente ser una fotografía colgada en la pared de una exposición: y es que la aparente cotidianeidad de una familia de mexicanos en Los Angeles se ve sumergida en por una mirada contemplativa y melancólica: como si Edward Hopper se hubieso impuesto la idea de filmar un documental. 

Imagen: Berlin Films, Wabi Productions

Lo bueno

• La fotografía, pues cada cuadro es digno de ser observado por sí solo
• La edición, que contribuye bastante a la fuerza con la que impacta el relato

Lo malo

• Que el documental sea la secuela de una película de difícil acceso

https://youtu.be/izuziTj7WIM

Como la Magdalena de Proust que desencadenó una oleada de recuerdos en el protagonista de En busca del tiempo perdido, Oaxacalifornia: El Regreso produce sensaciones parecidas en el espectador. Cuando salí de la sala no pude evitar pensar en mis abuelos, en mis padres, en mí y en mi importancia dentro de una sucesión de causas y la imposición de distintas voluntades.

Como hubiera dicho Borges:

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.

No se trata de una cinta cuyo único fin es entretener, y sin embargo, el relato de la familia Mejía nos saca de aquí. Verla es como recogerse y contemplarse contemplando a otros. En conclusión: una experiencia que recomendamos a todos nuestros lectores.