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Primeras impresiones: Call of Duty: WWII

Luce genial y se juega bien, pero puede volverse tedioso muy pronto.

La primera vez que jugué el nuevo Call of Duty: WWII pensé que estaba ante uno de los mejores juegos de guerra de los últimos años. La segunda vez que lo hice, me sentí en un carrito de montaña rusa para niños: sin control sobre nada y como mero espectador de algo que luce increíble, pero no es ni la mitad de divertido.

De entrada el juego se ve brutalmente bueno. Cuando pasé la sección del Desembarco de Normandía recordé con nostalgia las primitivas versiones que juegos anteriores como Medal of Honor: Allied Assault (2002) o el mismo Call of Duty 2 (2005) me dejaron experimentar a pesar de sus limitaciones técnicas y gráficas, pero en cuanto tuve la oportunidad de controlar a mi personaje en WW2 todo cambió.

Una experiencia que afloja muy, muy rápido

La primera vez que atravesé dicha misión sentí un juego intuitivo, complejo y robusto, pero cuando la volví a pasar en una dificultad mayor, me di cuenta de que yo no estaba realmente en control de nada y que mi personaje sólo era un vehículo para activar una secuencia tras otra.

Me impresioné al ver la reacción de los alemanes ante mi presencia, pensé que la inteligencia artificial de los enemigos era impresionante, pero cuando volví a jugar esa misión, me di cuenta que todo era parte de un guión. Ahí comencé a enfadarme.

Las mejores partes del juego no se dan de manera espontánea, sino que son una pequeña película que se activa en cuanto el sistema detecta mi presencia para dar la apariencia de que algo muy interesante está sucediendo en pantalla.

El juego pierde potencia cuando vuelves a atravesar una misión por segunda o tercera vez. Ya no hay nada impredecible. Todo, incluidas las reacciones y posiciones del enemigo, está planeado. Quizá si memorizara cada acción de los alemanes a los que me enfrento podría cruzar las primeras tres misiones de Call of Duty: WW2 con los ojos vendados.

Esto me recordó a la premisa de este juego: “Regresar a las raíces”. Y vaya que lo hicieron, porque WW2 es casi como jugar Call of Duty 3 de 2006: luce genial pero es predecible. En aquel título la acción se volvió genérica rápidamente y convirtió toda la experiencia en un largo tedio.

Incluso la parte del Desembarco en Normandía en la que un alemán te sorprende con un cuchillo y debes presionar un botón repetidamente hasta subyugarlo, es una calca de una secuencia de CoD 3 en la que debes hacer exactamente lo mismo para sobrevivir. En ese momento no supe si fue un tributo a esa escena o producto de la flojera de los desarrolladores.

La campaña del nuevo CoD se volvió predecible y chafa. Un espectáculo que te limitas a ver la mayoría del tiempo y en la que tienes nulo control de casi nada.

Un multijugador tan bueno como siempre

No por lo que dije anteriormente significa que CoD: WW2 sea un juego irremediablemente malo. Es claro que Sledgehammer Games y Activision tienen mucho cuidado en recrear cada aspecto de su mundo en guerra y parte de eso se refleja en el multijugador.

Llevo horas jugando algunas partidas en esta parte de WW2 y puedo decirte que es tan divertida como la de CoD 2 o incluso el primero de 2003. Las armas de la Segunda Guerra Mundial (SGM) vuelven a ser relevantes y su manera de funcionar fue actualizada para hacerla realista, pero más dócil.

¿Y qué si un STG-44 no se dispara como uno real? ¿Desde cuándo Call of Duty o Battlefield han tratado de ser realistas? ¡Jamás! No importa si la gente en WW2 sigue haciendo quick scope para dominar el campo de batalla con sus rifles de precisión o si no hay esvásticas en los mapas multijugador. Nadie dijo que los videojuegos de la SGM debían ser realistas, pero todos estamos de acuerdo en que tienen que ser divertidos y el multijugador de WW2 lo es.

Los mapas se sienten balanceados y las armas también. Sí, percibí mucha influencia de años de juegos situados en la guerra moderna o en las del futuro en los viejos mecanismos de disparo de las armas de WW2, pero eso no me importó. En este juego el pesado MP-40 o la Thompson perdieron su legendario retroceso y torpe cadencia de tiro para manejarse más  como el arsenal de Black Ops 2 o Advanced Warfare.

Llevo unas seis o siete horas de multijugador de CoD: WW2 y puedo decir que la pérdida de verticalidad de juegos como Black Ops 2, Advanced Warfare o Infinite Warfare, no hace más que devolver al juego competitivo a su expresión más pura, orgánica y divertida, menos predecible y más justa.

Zombis Nazis: olvidan que menos es más

Sledgehammer Games también integró el modo “zombies nazis” a CoD: WW2. ¿Y qué creen? Es bueno, pero no es el de CoD: World at War (2008). Sigue sintiéndose demasiado complejo y moderno como para volverse tan adictivo como Nacht der Untoten o incluso Kino der Toten de Black Ops (2010).

En donde antes había simpleza, ahora hay mecánicas complejas que, para mí, acaban por arruinar un juego que debió haber sido sencillo e intuitivo. Todavía hay muchas opciones disponibles para detener las hordas de muertos vivientes que acosan a tu equipo y la estrategia de los mapas originales se pierde desde las primeras oleadas.

Pocas veces pude organizar una estrategia decente con mis compañeros para detener a los zombies nazis y eso es culpa de los mapas grandes y llenos de gadgets que uno debe activar para continuar avanzando. El diseño de esta experiencia no permite la creación de estrategias lógicas de defensa y acaba por hacer que cada quien juegue por su lado hasta que todos acaban muriendo.

No digo que este modo sea malo en WW2, pero nunca será tan buena como en sus primeras apariciones.

¿Está a la altura del hype?

CoD: WW2 ofrece una campaña que bien podría resumir en “meh”. La campaña es más bien un mal episodio moralino de Band of Brothers, pero su multijugador es lo que me ha tenido pegado a la consola por varias horas: es adictivo, interesante, sencillo y trepidante. No se siente tan pesado como el de Battlefield 1 y eso ayuda a pasar un rato de levedad sin mayor inversión de tiempo.

Por ahora puedo decir que CoD: WW2 cumple, pero nada más. Es una experiencia vanal que impresionará a los neófitos de la franquicia, pero que no satisfacerá a los veteranos.

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