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La cultura del DIY, o el “hazlo tú mismo”

Do it yourself (“hazlo tú mismo”) es un movimiento cultural que pretende generalizar la manufactura de productos. A partir de la fácil indicación de “hazlo tú mismo”, DIY ha alcanzado...

Do it yourself (“hazlo tú mismo”) es un movimiento cultural que pretende generalizar la manufactura de productos. A partir de la fácil indicación de “hazlo tú mismo”, DIY ha alcanzado proporciones interesantes. Desde el desarrollo de la artesanía, hasta la creación artística; desde la ingeniería casera, hasta el movimiento punk.

Simplemente hazlo tú mismo

El término Do it yourself (DIY) se volvió famoso en los años cincuenta. Muchas publicaciones de diversos tipos comenzaron a difundir información al público en general para que usaran sus propias manos para manufacturar productos. En particular, revistas como Popular Mechanics o Mechanix Illustrated presentaban tutoriales para hacer funcionar pequeños motores o hacer arreglos en casa.

Esta dimensión del DIY también impactó en la moda y en un tipo diferente de “artesanía”. Muchas revistas desde entonces mostraban a sus lectores cómo tejer un suéter, cómo hacer sus propios adornos de navidad o cómo hacer muñecos de peluche. Detrás de todas esas revistas que aún pueblan las librerías de libros viejos y los puestos de periódicos se encuentra la convicción de que se puede llevar una mejor economía doméstica si nosotros hacemos nuestros propios productos.

La ética del DIY

Fanzines

Fanzines y revistas punk de Estados Unidos y Reino Unido (foto: Wikimedia Commons)

En los años setenta el DIY dejó de ser un manual para mejorar la vida en tu casa y se convirtió en un movimiento político. La ética del DIY se refiere a la postura anti-capitalista y anti-consumista que permeó en las generaciones de jóvenes de aquella década. El movimiento punk encontró en el DIY una manera de consolidar una contracultura musical.

Para la música punk de aquellos años, el DIY significó una manera de contrarrestar a la cada día más voraz industria de la música. De acuerdo a ello, las grandes casas productoras están de sobra en la escena, y los  músicos pueden establecer una relación directa con sus fanáticos. De manera que a partir de entonces muchas bandas de punk, como Jonathan Richman & The Modern Lovers o Mono für Aller!, se involucran en el proceso completo de producción de sus discos: desde la grabación, las postproducción y el arte, hasta la distribución y la venta.

El DIY entre la cultura punk tuvo un éxito tal, que se creó todo un circuito musical en torno a él. Por ejemplo, el empresario de punk David Ferguson tenía su propio estudio de grabación, tienda y productora de conciertos. Incluso varios movimientos, como el Riot grrrl (un movimiento punk feminista), encontraron una forma creativa de expresarse y comunicarse a través de fanzines, pequeñas publicaciones hechas en casa y distribuidas la mayoría del tiempo de mano en mano. El DIY ha tenido una repercusión tan importante en la música, que incluso bandas conocidas internacionalmente, como Radiohead, han decidido producir su música lejos de los sellos más famosos de la industria.

El DIY en la música no sólo ha contribuido a crear un circuito en el que fanáticos y músicos se comunican de manera más inmediata, sino que también ha servido como punta de lanza para transmitir mensajes en contra del sistema económico actual y las políticas de mercado. Frente a la fiebre del consumismo, el DIY se levanta como una alternativa que prefiere las economías locales y el intercambio, la creatividad y el reciclaje.

Hazlo en verde, hazlo tú mismo

DIY-verde

Otra dimensión de la cultura DIY es la ecología. Si desde la música esta forma de manufactura causó un impacto político fundamental, desde la preservación natural también ha mantenido una importancia que se mantiene vigente.

Una gran corriente del DIY prefiere el re-uso de los recursos para cubrir nuestras necesidades. El consumo desenfrenado causa un impacto sumamente negativo en el ambiente. Las compras desenfrenadas implican desperdicios en grandes proporciones, al punto de que tiramos cosas que luego volvemos a comprar. La corriente “verde” dentro del DIY está convencida de que gran parte de nuestras necesidades pueden ser cubiertas por el reciclaje creativo.

Adicionalmente, un nuevo paso del DIY ecológico se encuentra en los cultivos caseros. La idea de sembrar huertas en los patios traseros  de las casas, o cultivos hidropónicos en las grandes ciudades supone la reactivación del autoconsumo y la sustentabilidad alimenticia a escala doméstica. Ya no se trata solamente del haz tu mismo suéter para no gastar tanto, se trata de una toma de consciencia ecológica y política que nos obliga a pensar por qué consumimos algunas cosas y cómo podemos evitar ser devorados por el consumo.

La estética del DIY

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Foto: Stacie

A principios del siglo XX hubo muchos movimientos que presentaban a la “artesanía” como una forma de arte que debe ser defendida. Según ellos, las piezas moldeadas por la tradición y las manos de los artesanos tenían un valor que no podía encontrarse en el arte como se le conocía en ese momento.

La artesanía dio lugar a una estética particular. De la creación tradicional se paso a la producción de arte de museo. Para algunos artistas, la estética del DIY es una forma de rebeldía frente a las normativas en el campo cultural. Frente a la idea de que el arte es exclusivo de una clase “culta”, oponen la noción de una estética que recupera lo único e irrepetible de la artesanía. Además de que estas piezas tienen un valor adicional al imitar los modelos de artesanos mexicanos, chinos, indios, peruanos, etc.

Por su parte, la idea de que las personas podían hacer su propia ropa en lugar de comprarla desenfrenadamente impulsó un diseño de modas autogestivo e independiente. No se trataba sólo de amas de casa tejiendo suéteres para sus niños, sino de toda una ola del diseño contracultural que no se conforma con los dictados de las grandes marcas. La importancia de la ropa DIY ha sido tan poderosa que muchas multinacionales han imitado (con distinta suerte) los modelos generados de manera autónoma. El diseño de modas independiente tiene manifestaciones muy importantes en países como México o Argentina.

Cuando lo “artesanal y único” se convirtió en “información libre”

De manera tangencial, internet se favoreció de la cultura del DIY y al mismo tiempo le dio nuevos cauces de desarrollo. Aunque muchas de las aplicaciones que usamos y las páginas que visitamos son desarrollos corporativos, existe una gran cantidad de software realizado por una comunidad horizontal que trabaja en conjunto y prácticamente sin conocerse. Detrás de la idea misma de “participación” que demanda internet se puede ver una estela del DIY.

Por otro lado, el canal de comunicación que abrió la red permitió una distribución más amplia del material DIY. Las publicaciones periódicas y las tiendas de discos no eran suficientes, por lo que ahora es posible compartir cada segundo un tutorial en YouTube o en otra página para seguir alimentando esta cultura.

Los límites del DIY

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Ilustración: Armando Torrealba

A pesar de sus posicionamientos políticos y sus buenas intenciones, el DIY se ha topado con barreras imposibles de superar. Un ala radical del movimiento se negó a consumir cualquier cosa, e incluso se propusieron producir su propia electricidad. Esto no hizo más que aumentar la venta de placas metálicas y cableado de cobre. En suma, el DIY se dio cuenta de que no podía hacerlo absolutamente todo por sí mismo, sino que, como todos, dependía en alguna medida del mercado.

Por otro lado, la estética que se desprende del DIY ha sido absorbida por el consumo. Lo que alguna vez fue una alternativa musical, gráfica o de moda terminó convirtiéndose en millones de dólares para la industria textil, los sellos discográficos y los medios en general. El DIY plantea que nadie es dueño de su estética, pero al final del día eso permite que los corporativos se apropien de ella.

Aún así, el DIY sigue dando muestras de la creatividad que se encuentra en todas las personas. Hazlo por ti mismo en la actualidad ya no es una promesa política, pero sigue siendo una forma de resistencia ante la enajenación moderna en pos de una iniciativa imaginativa sobre lo que nos rodea.

Oaxaca Mini Maker Faire

Para todos aquellos que estén interesados en la cultura DIY, en unas semanas se llevará a cabo la Oaxaca Mini Maker Faire, la primera feria de inventos, manualidades y actividades de este tipo que se realiza en México. El evento reunirá a inventores, emprendedores, artistas, y a todo tipo de personas creativas, quienes se dedicarán a compartir conocimientos y experiencias de sus respectivos campos de trabajo como ciencia, tecnología, arte, moda y artesanías.

La idea de esta iniciativa es que además dar a conocer los proyectos que cada uno de los makers tiene, se puedan germinar nuevas ideas con ayuda de la comunidad. Es por ello que se tienen programadas distintas actividades, entre las que se encuentran conferencias, talleres y conciertos.

Oaxaca Mini Maker Faire se llevará a cabo el próximo sábado 22 de marzo y el domingo 23, en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, ubicado en la calle Reforma s/n esquina con Constitución en la Col. Centro. El horario es de 10:00 a 18:00 horas y la entrada es totalmente gratuita.

En caso de que no puedan asistir, aquí en Código Espagueti estaremos cubriendo las actividades del evento y traeremos los proyectos más interesantes con los que nos topemos. Si quieren saber más acerca del proyecto, pueden checar el sitio makerfaireoaxaca.com o sus cuentas en Twitter y Facebook.

*Imagen de portada: whbv
*Con información de: GenderJam y Kill for Salad

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